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LA MIRILLA

La ley “tapabocas” de Sánchez

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez y la vicepresidenta primera y ministra de Hacienda, María Jesús Montero

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez y la vicepresidenta primera y ministra de Hacienda, María Jesús MonteroEDUARDO PARRA / Europa Press

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Pedro Sánchez, justo cuando más débil está su mayoría parlamentaria, ha decidido lanzarse a decirnos qué es información veraz y qué son bulos. Arrojo y soberbia no le faltan al presidente. Tampoco impostura, porque el mandatario que más veces ha sufrido “cambios de opinión” a lo largo de su carrera se considera con la credibilidad necesaria para dar lecciones a los demás sobre lo que es la verdad. Inaudito.

Al parecer, poco le importa el recuerdo de su controvertida tesis doctoral, con razón acusada de plagio, o sus manifestaciones sobre que no gobernaría con Pablo Iglesias, el 155 a Cataluña, los indultos o la amnistía, o su petición de dimisión a Rajoy por no poder aprobar el Presupuesto, por citar sólo las más abultadas contradicciones.

Sánchez es un mago para donde dije Diego, luego, convertirlo en digo. Está decidido a poner sobre el paredón a aquellos que no comulguen con sus ruedas de molino. A todos los molestos que le critican, en su función de contrapoder, innata de los medios. De ahí que muchos nos maliciemos que lo único que de verdad le importa es roer un hueso para que no se hable, mientras, de la corrupción que afecta a su partido y llena de escándalos a su propia familia. Pero, aunque esto acabe siendo un brindis más al sol “pedrista”, sólo proponerlo, delata a una persona que no merece seguir en la Moncloa.

Esta noticia, preocupante, desde luego, puesto que afecta nada más y menos que a la libertad de opinión y expresión, para mí el pilar fundamental de la democracia, llega justo cuando nuestros compañeros de El Confidencial publican la exclusiva de cómo una funcionaria de Ferraz está confeccionando dosieres personales de jueces y periodistas que no caminan en la senda que apetece al poder monclovita, se supone, para utilizarlos en su contra para desacreditarlos. La noticia es espeluznante. Rebasa cualquier línea de comportamiento moral de la política, peor aún si se hace desde el partido que sustenta a un Gobierno que debe dedicarse a que estas indecencias no ocurran en un Estado de Derecho.

Con todo, siendo todo esto de una gravedad extrema, peor es todavía que haya medios dispuestos a publicar informaciones “averiadas” que surten desde la sede del PSOE o desde la Presidencia del Gobierno o sus terminales políticas contra sus compañeros. ¿De verdad esta profesión es tan mezquina? Aunque sea un tópico, viene al pelo: “Si mi madre te pregunta dónde trabajo no le digas que soy periodista, dile que soy el pianista del burdel de la esquina”.

A.M.BEAUMONT

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