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El dramaturgo Antonio Buero Vallejo escribió la obra de teatro “Lázaro en el laberinto”, estrenada en el teatro Maravillas de Madrid el 18 de diciembre de 1986. Se trata de una obra que habla sobre la verdad y la imposibilidad del protagonista de recordar su pasado el cual se convierte en un laberinto que lo tiene encarcelado. Realmente, esta obra de teatro nos trae a la actualidad el conflicto de Sánchez con su realidad siempre en contradicción con la verdad y sobre todo, con el respeto a los límites que imponen las libertades democráticas.

Esta semana que termina hemos comprobado en los debates en el Congreso de los Diputados cómo la realidad se va adueñando del laberinto en que está encerrada la acción del gobierno. Así pues, el martes por la tarde entró en el hemiciclo un eufórico Sánchez para votar una ley sobre alquileres presentada por su socio Sumar, al cual Bolaños le había asegurado que la votación estaba ganada. Sin embargo comprobaron con estupefacción que Junts, en el último minuto, votaba en contra convirtiéndose en la 35 derrota sanchista en lo que va de legislatura.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante un pleno en el CongresoEDUARDO PARRA / EUROPA PRESS

Esta derrota ha mostrado de forma clara cual es la realidad del laberinto político actual que está convirtiendo la legislatura en una montaña rusa en la que los socios se van turnando en provocar derrotas. Bueno todos excepto Bildu, que es el único socio fiable de Sánchez, el cual nunca falla a la hora de apoyar al gobierno.

Las coacciones a Edmundo González encierran a Sáncez más en el laberinto

Pero el verdadero laberinto moral en el que está encerrado este gobierno ha sido la denuncia efectuada por el presidente electo de Venezuela, Edmundo González, que ha desvelado las coacciones recibidas en el interior de la embajada española y en presencia del embajador del gobierno de Sánchez, por parte de Delcy y Jorge Rodríguez -acusados internacionalmente por torturas- para poder salir exiliado a España.

Sánchez mintió, Albares mintió, todos los ministros han mentido y los periodistas del “régimen” han mentido cuando aseguraban que habían defendido, por razones humanitarias, la salida de Venezuela del ganador de las elecciones. Todo ese bulo miserable de fango se ha desmoronado poniendo de manifiesto que el gobierno ha sido cooperador necesario en el chantaje a la democracia venezolana permitiendo que unos criminales perseguidos por violar los derechos humanos entraran en la embajada española, territorio español, para intimidar al vencedor de unas elecciones democráticas.

Pedro Sánchez recibe al candidato opositor venezolano Edmundo González en el Palacio de la Moncloa.Fernando.Calvo

El filósofo griego Séneca afirmó que “cuando una parte del todo cae, lo demás no está seguro”. Así, cuando un gobierno hace caer el respeto a la libertad no están seguros el resto de los principios democráticos. Ese es el laberinto en el que se encuentra Sánchez, puesto que a medida que pasan las semanas se va adentrando en su propio laberinto de decadencia democrática.

Las derrotas semanales las intenta disimular con su apelación de que “hay gobierno para rato”. Las derrotas morales las va intentando sofocar con propuestas de leyes para atemorizar la libertad de información y las derrotas familiares las intenta sofocar con la creación de cloacas en la sede socialista para crear bulos de descrédito de jueces y periodistas.

En el laberinto en el que se va adentrando Sánchez no hay salida por mucho que se empeñe, porque como decía Napoleón: “Podemos detenernos cuando subimos, pero nunca cuando descendemos”. El descenso moral del presidente es cada vez más patente al enredarse en sus mentiras y en el fango que él mismo va arrojando a la política española.

Pedro Sánchez durante una sesión en el Congreso de los Diputados.EDUARDO PARRA / EUROPA PRESS

Cada semana que transcurre de legislatura 'sanchista' se va a convertir en una semana perdida para la regeneración y en una losa más que va cubriendo a este partido socialista que ha perdido sus principios. Aunque de vez en cuando vemos como la dignidad personal de algunos referentes socialistas muestran cómo se puede salir del laberinto. Esa dignidad hay que reconocerla en la rebeldía del expresidente de Aragón, Javier Lambán, en el exdirigente de UGT, Cándido Méndez, o en el exsocialista Nicolás Redondo, que han puesto de manifiesto que la democracia, los derechos humanos y la libertad están por encima de lo que ordene “el gran jefe”.