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Pedro Sánchez, a la entrada de Moncloa.Europa Press

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Hay que salvar al soldado Ryan. Como en la película, el “progresismo” corre despavorido para reencontrar a Carles Puigdemont. O eso o Sánchez apretará el “botón nuclear” de las elecciones anticipadas, se escucha por los mentideros socialistas. Para muchos un drama imposible de asumir. 

Si los siete diputados de Junts no cambian de opinión (ahora mismo dicen no) el sanchismo se quedará colgado de la brocha sin poder sacar adelante el techo de gasto, es decir, prácticamente, sin Presupuestos. De hecho, ya han tenido que aplazar la votación prevista para este jueves. El fiasco es mayúsculo. El Congreso de los Diputados, por mayoría absoluta, por segunda vez, rechazaría el proyecto político que dibujan las cuentas públicas de Pedro Sánchez. Un destrozo de cuidado. 

¿Tocaría entonces cambiarlo todo buscando que todo siga igual? Podemos estar delante de una buena excusa y tratar de agarrarse a la imposibilidad de seguir adelante así, con un Puigdemont encapsulado que no deja que el país avance hacia el bienestar que promete “Frankenstein”. 

A grandes males, grandes remedios. Igual contemplamos la percha ideal para colgar a los españoles pidiéndoles, a finales de noviembre, tras el Congreso del PSOE convertido en gran mitin electoral, que den a Sánchez una mayoría clara con la que seguir adelante sin estar sometido al chantaje permanente del “canalla” fugado de la Justicia en Waterloo

Ya se sabe, en política uno puede pasar en segundos de héroe a villano. Y estando Pedro Sánchez por medio mucho más. Los designios del mandamás son inescrutables. En dos días vamos a ver si Puigdemont es el “pobre político perseguido” que merece una amnistía o ese “cobarde huido en un maletero” al que hay que traer a España para ponerlo delante del juez. 

A. M. BEAUMONT