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EnfoquES del Director

Sánchez, derrotado de nuevo por Puigdemont, se desahoga insultando a Feijóo

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El Gobierno ha decidido aplazar la votación de la senda de déficit prevista para el jueves. Eso significa de buenas a primeras que el deshonroso viaje de Santos Cerdán a Ginebra para convencer al prófugo favorito de Pedro Sánchez no ha funcionado. Junts iba a votar no y ante ese convencimiento el Gobierno ha decidido que mejor no se vote. Sánchez no quiere que se plasme una nueva derrota parlamentaria que debilitaría aún mas su ya debilitada imagen ante los españoles.

En ese lenguaje cursi al que son tan dados los socialistas, justifican la retirada para “dar más tiempo a la negociación ofreciendo una nueva oportunidad al diálogo”. Eso hay que traducirlo: dar una nueva oportunidad al diálogo quiere decir intentar convencer a Puigdemont ofreciéndole algo o atendiendo alguna petición del prófugo. Y eso normalmente significa un drama para España: indultos, reformas a la carta del Código Penal, cesión de competencias, amnistía, cupo catalán… ¿Qué queda? Solo se viene a la cabeza el referéndum de independencia, un imposible que, como otras cosas, se vuelve posible si Sánchez lo necesita.

El Gobierno desde luego anda desorientado, perdido. Sánchez no asume que está en minoría y que la mayoría progresista solo fue una unión temporal con los enemigos de España, cada uno con su interés particular. Ahora, a la desesperada, el PSOE intenta meter presión al PP exigiendo a Feijóo que vote a favor de la senda de déficit, paso imprescindible para los presupuestos. No negocia con Feijóo, le exige apoyo. Y además lo hace de una manera muy curiosa: insultándole

No parece demasiado inteligente esta manera de pedir ayuda a alguien, salvo que de antemano se renuncie a lograrla y solo se quiera hacer oposición a la oposición. Menudo papelón en todo caso el de la portavoz socialista.

Peleado con la verdad

No tanto, eso sí como el de Bolaños, pelota mayor del Reino, que ha arremetido otra vez  contra el juez Peinado, el que instruye la causa contra la mujer de su jefe. Esta vez se ha enfadado mucho porque se ha filtrado la declaración de Sánchez. El ministro de Justicia que debería defender a los jueces, ataca a uno de ellos y le acusa, con otras palabras, de prevaricar:

Por cierto, no parece arriesgado decir que Sánchez forzó en exceso la verdad en la declaración como testigo ante el juez Peinado. Y mira que fue corta. Peinado le pregunta en un momento dado si tiene alguna relación de parentesco, amistad o enemistad con el empresario Juan Carlos Barrabés y Sánchez contesta que no. Falso, se conocían, de temas de esquí primero y empresariales después. Sánchez incluso le había elogiado y puesto de ejemplo en algún discurso público y se habían reunido en La Moncloa.

No sorprende que Sánchez se pelee con la verdad. Es consustancial al personaje.