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ONVRE DECONSTRUIDO

ONVRE DECONSTRUIDO

Delito de mentir

Silvia Intxaurrondo, en el plató de "La hora de la 1".

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“Todos los que trabajamos en el aparato de propaganda fuimos un poco cómplices”.

Vartan Arachelian, periodista de Televiziunea Română (TVR), canal de la televisión pública rumana durante el gobierno de Ceaușescu.

—¿Usted qué les daría a cambio? ¿Les daría a cambio un referéndum o una amnistía?

—No…

Claro, directo, tajante, Pedro Sánchez respondía con un ‘No’ a la siempre rigurosa e imparcial Silvia Intxaurrondo, también conocida como Half a Million Dollar Baby.

“No hay que engañar a la gente nunca; mentir es pecado y hay que aplicarlo a la política y a la comunicación.”

Sentenciaba hace un par de años Isabel Rodríguez, nuestra sonriente ministra de Vivienda —sonrisa, por cierto, pintada sobre la mueca que emerge intermitentemente en cuanto se le va cayendo, por agotamiento, el papel—.

Mentir es pecado”, rezaba la ministra… aunque eso fue después de decir en la misma santa casa:

“El PSOE, Pedro Sánchez… ¿se va a vender a los independentistas y hará versar su Gobierno y lo hará sostener con el voto de los independentistas? ¡No! Y esa es la coherencia que hemos mantenido.”

En fin… vamos a hacer como si no hubiésemos leído eso, porque si empezamos a tirar del hilo de los más de cincuenta ministros que han progresado en el gobierno del avance, no acabamos ni mañana. Sí, ¡más de cincuenta!

¿Mentir es pecado? musitaba nuestra amiga Intxaurrondo al oír a la ministra… Pues voy con todo, ¡all-in! ¿All qué? ¡Delito de Mentir!

¿Delito de qué? pensaban para sí los dóciles tertulianos mientras intentaban rescatarla del embrollo, procurando no evidenciar su condescendencia, ni La Resistencia de la autoproclamada juez y ahora legisladora del nuevo régimen ‘progresante’.

Y es que la nueva ‘ley de mentira’ crea perfecta sinergia con la ‘ley de relato autocrático’, perdón, memoria democrática… —no es un toque de queda; es una ‘restricción de movilidad nocturna’—.

Porque qué debería ser, sino ‘delito de memoria’, el recordar cómo nuestra fidedigna amiga aseguraba una y otra vez que Begoña Gómez no estaba imputada. No decía ‘no sabemos si está imputada o no’. No, no… un 24 y 25 de abril, aseguraba, desde la carisísima cátedra informativa de la televisión pública —Mil millones, eso eh poco, Chiqui—, que Begoña Gómez ¡no! estaba imputada… y lo que es infinitamente peor, no solo repetía una y otra vez algo que no era cierto, sino que utilizaba esa mentira para atacar a la oposición:

“Begoña Gómez no está imputada… pero la pareja de Ayuso sí”

Porque cómo deberíamos llamarlo, sino ‘delito de mentir’, el recordar cómo la camarada Intxaurrondo lideraba un manifiesto contra los bulos y falsedades, al mismo tiempo que el presidente del Gobierno proyectaba un bodrio melodramático de serie B con cartitas perfumadas, llantos de amor bergoñales, horror vacui socialista y La Revuelta de las señoras plañideras que tomaban las calles, cartel en mano: ¡Pedro quédate!

Y en uno de los papeles protagonistas, Half a Million exponía, con gran gesto de dolor, su rigurosa investigación periodística:

“Leyendo la carta, sentí soledad. Es decir, la idea de que él tiene la sensación de que se está enfrentando a una maquinaria política, mediática… de bulos…”

Es que decir que el único objetivo del infumable vaudeville, era lubricar la ‘ley de madurez democrática’ que se nos venía… quedaba así como un poco mal.

Porque qué nombre tiene, sino ‘delito de ultraderecha’, el recordar cómo Dollar Baby llenaba de truculento contenido la deconstrucción lingüística ‘máquina del fango’, acuñada por la deslumbrante estrella de la función, Su Sanchidad: “Hay páginas web que están mintiendo, y luego no corrigen la mentira que han dicho y que luego aprovecha un sindicato de ultraderecha, mete su información falsa en una querella y un juez la acepta”. Lo del golpismo judicial, se lo reservó para el manifiesto bolivariano.

Porque qué debería ser, sino ‘delito de mentira cochina neoliberal’, el recordar cómo se solapaban palabra por palabra… ¡sí, sí! Palabra… por… palabra… el discurso oficial del partido y el discurso de parte de la voz oficial del gobierno en la televisión pública:

“A mí me preocupa que hayamos perdido definitivamente la humanidad. Son chavales, son menores, son niños, es una gran oportunidad. ¿Dónde está la humanidad?”.

Porque qué es, sino ‘delito de fango’, el recordar cuando, defendiendo a capa y espada al matrimonio Sanchescu, repeinaba al juez, advirtiendo que:

“¡Cuidadito! Porque no se deben hacer investigaciones prospectivas”.

Clint Eastwood, en "Gran Torino".

Mientras levantaba el dedito de sentar cátedra, gustándose sobremanera, al mismo tiempo que disparaba —con esa cara de Clint Eastwood en Gran Torino con la que tanto le gusta obsequiar a la oposición— la misma ‘prospectivérrima’ pregunta a Alejandro Fernández y a Miguel Tellado:

“¿Usted podría afirmar que la señora Ayuso no ha disfrutado de los resultados de un fraude fiscal?”.

Ahí, el dedito de ‘Cuidadito porque no se deben hacer investigaciones prospectivas’ no sé exactamente dónde lo tenía.

Porque cómo llamarlo, sino ‘delito de bulo fascista’, el recordar la oportunidad de oro —en aquella entrevista tras ser investido presidente— de poner al Conducator entre las cuerdas después del mayor y más trascendente, flagrante y escandaloso ‘delito de mentir’ por la compra de 7 votos, para alcanzar el poder, con una amnistía que él mismo declaraba a los cuatro vientos ilegal e inconstitucional.

Y no solo tuvo la oportunidad de denunciar el fraude. Dispuso del momento perfecto para exponer la utilización que Pedro hizo de su espacio, como plataforma para difundir el bulo que le aseguró el voto de miles de españoles que, una vez entregada su confianza, vieron cómo la promesa se desvanecía entre sus dedos como cuando uno intenta agarrar el humo que permanecía dentro de una pompa de jabón. ¡Plop!… ¡se esfumó! ¿Queda algo de democracia cuando el pueblo acude a las urnas totalmente engañado?

Para sorpresa de todos, la honestidad hecha ‘persona intxaurronda’ proyectó en las narices de Pedro el corte de su anterior encuentro, donde se formulaba la ya citada pregunta:

—¿Usted qué les daría a cambio? ¿Les daría a cambio un referéndum o una amnistía?

—No…

Y las caras largas, el cuerpo a cuerpo, las interrupciones y las denuncias de mentir reservadas a otros líderes dejaron paso a una única, amable y sosegada pregunta:

“Hoy, Presidente, usted no solo acepta la amnistía, la defiende. ¿Qué es lo que ha pasado?”.

Ya está… eso es todo lo que la aguerrida Intxaurrondo fue capaz de preguntarle al respecto. Lo que sucedió después fueron dos minutos de verborrea sanchista flanqueada por el sumiso y sepulcralmente silente recogimiento de los entrevistadores, a los que poco les faltó para decir amén al término del sermón.

Es decir, lo que presentaron como una entrevista no fue más que el dinero, el tiempo y los medios públicos al servicio del líder supremo para que pudiera inocular a gusto ‘el relato’ —ese siniestro eufemismo que Zapatero elevó a la categoría de arte— que justificase su enorme mentira. Ya sabemos que en los cambios de opinión el ‘delito de mentir’ no aplica.

Y por si esto fuera poco, sería ella misma, Silvia Intxaurrondo, la que unas semanas después, mediante la televisión de todos, culminara la estrategia de Ferraz soltando lo siguiente:

“Ante las amnistías que conocemos, tanto en España como fuera, el apoyo social en un primer momento nunca es mayoritario… con el tiempo es cierto que la sociedad dice: oye, es lo mejor que podíamos haber hecho”.

Así que esto era por lo que tanto protestaba Xabier Memory Fortes en los viernes negros en ‘tiempos Populares’. No porque los políticos usaran la televisión de todos como herramienta, sino porque no lo hacían como él quería.

Todo esto, sí, es solo mi opinión… pero en mi opinión todo esto es solo corrupción. Ahora entiendo perfectamente eso que se le escapó a la anterior presidente Rosa María Mateo, al referirse a la televisión pública que ella misma presidía como ‘Radio Televisión Espantosa’.

Y como decía Sheldon Cooper, ‘tiene gracia… porque es verdad’.