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Alvise Pérez, Begoña Gómez y el 'factor Sánchez': la doble vara de medir ante la corrupción

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En las últimas horas hemos conocido una investigación de la fiscalía del Supremo contra Alvise Pérez por un asunto de presunta corrupción que, la verdad, huele que apesta. Tiene muy mala pinta para él porque un empresario ha cantado la traviata: afirma que le aportó 100.000 euros en metálico para sufragar su campaña electoral, algo que de ser así sería un delito contra la ley de financiación de los partidos políticos y podría tener consecuencias muy graves penalmente para el líder de Se Acabó la Fiesta, la formación creada, impulsada y liderada por él mismo que irrumpió con fuerza en las últimas elecciones europeas, en las que obtuvo tres eurodiputados.

Será la Justicia la que determine si Alvise Pérez cometió un delito, si es corrupto o no lo es. Vamos, lo normal y habitual en un Estado de Derecho. Nadie puede oponerse a que la fiscalía investigue esas presuntas irregularidades y a nadie sensato se le pasa por la cabeza que haya una cacería contra Alvise.

No nos imaginamos al ministro de Justicia declarando públicamente que esto es una campaña para destruir personalmente a Alvise Pérez y que un juez o un fiscal se prestan a esa cacería. Sería de locos.

Pues eso es lo que está pasando con el caso Begoña Gómez, que la investigación de un juez por presuntos delitos de corrupción, algo absolutamente normal en un Estado de Derecho, se pone en tela de juicio desde el Gobierno, desde la abogacía del Estado, desde la fiscalía, desde el partido del Gobierno y desde muchos medios afines al Gobierno. Y todo porque la investigación va dirigida contra la esposa de Pedro Sánchez.

En otras palabras, si respetamos la investigación contra Alvise tenemos que respetar la investigación contra Begoña. Las dos se producen dentro del mismo sistema judicial, el español, que ofrece las máximas garantías para que los investigados tengan un trato justo.

Desde ese punto de vista, la investigación contra Alvise deja sin argumentos a Pedro Sánchez. No puede atacar al juez Peinado y aplaudir al fiscal que acusa al líder de Se Acabó la Fiesta. Es de una incoherencia absoluta. Además tampoco le viene bien desde el punto de vista político. Al PSOE le favorece mucho un tercer partido en la derecha que, como el de Alvise, robe votos a Vox y fraccione electoralmente ese espectro político. Por eso Pedro Sánchez se ha encargado de hablar mucho de Alvise, para ponerlo en la palestra, darle publicidad y conseguir ese objetivo. Lo logró por cierto en las elecciones europeas y querría replicarlo en las futuras elecciones generales. Ahora, con esta investigación, el proyecto Se Acabó la Fiesta se puede tambalear y eso torcería también los planes de Sánchez.

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