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Ya solo le faltaba esto a Pedro Sánchez. Por si no fueran pocas las noches de mal dormir que le deben de estar provocando los (presuntos) tejemanejes de su mujer y de su hermano, el enésimo pulso de Puigdemont, el "voy por libre" de sus socios en el gobierno y el plantón de Anne Hathaway, se le suman ahora las entregadas defensas que han hecho en su favor dos de sus más fervientes admiradores: el diputado en la Asamblea de Madrid, Juan José Marcano, y el director de cine Pedro Almodóvar.

Y es que cuando para poner en valor a un presidente de gobierno frente a sus adversarios se esgrime lo bueno que está y el palmito que luce, es que algo, aparte del gimnasio de Moncloa, no está funcionando como debería.

Que Sánchez tiene buena planta es evidente. Lo sabe él y lo sabe el sastre que le confecciona esos trajes que le tornean muslos y bíceps y que son como de rompe y rasga pero sin llegar ni a lo uno ni a lo otro. La macicez del presidente sería algo a tener en cuenta si, al igual que a las aspirantes a Miss se les hacen preguntas de cultura general, a los candidatos a unas elecciones le exigieran pasearse por una pasarela en bañador. Pero estarán conmigo en que como argumento de buena gestión política deja mucho que desear.

Marcano y Almodóvar estarán muy satisfechos de haber tenido la agudeza de poner en su sitio a la derecha echándole en cara su envidia por el sex appeal de Sánchez aunque no haya sido suficiente como para que Hathaway no le haya hecho la cobra, pero cualquier mandatario de fuste, orgulloso de recibir un premio por la igualdad (¿se imaginan la que se montaría si los partidarios de una Presidenta esgrimieran esos mismos argumentos en su defensa?) tendría a estas horas los pelos como escarpias.