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Como el resto del mundo -y hasta que la Justicia no se pronuncie- desconozco si Begoña Gómez ha estado o no dedicándose al tráfico de influencias. Ahora bien, estarán conmigo en que poniendo nombres a sus proyectos académicos es la number one.

Dicen que la Complutense se ha cargado su "Cátedra Extraordinaria de Transformación Social Competitiva" por falta de alumnos y que su "Máster de Formación Permanente en Dirección de Fundraising Público y Privado en Organizaciones sin Ánimo de Lucro" corre el peligro de seguir el mismo camino. No entiendo por qué. Poder presumir en el currículum de cualquiera de estos dos títulos da empaque, aunque a los que somos duros de mollera llevemos varios días intentando descifrar de qué va la cosa.

Cierto es que la señora de Sánchez hizo todo lo posible por explicarnos qué hay detrás de estas dos sesudas disciplinas, destacando por ejemplo de esta última, la del Fundraising, "cómo desde el pacto para el futuro se va a desarrollar una Oficina de Juventud, para desarrollar el pacto del futuro". No se puede hablar más claro y sin embargo -y en contra de todo pronóstico- los alumnos no se apelotonan a las puertas de la Complutense pidiendo a gritos una participación en el fundraising, que viene a ser algo así como el crowfunding pero como más solidario.

Lástima que la cosa me pille un tanto a desmano. Si no fuera por eso y porque me toca las narices tanto anglicismo, les prometo que me apuntaría a esto de sacarle la pasta al personal que es, por lo visto, de lo que va el tema. Lo dicho: una crack.