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Tablero de ajedrezX.com

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Después de exponer el concepto 'Corte Rojo' en un artículo anterior —esa insidiosa herramienta de manipulación con la que, en un ejercicio taxonómico realmente perturbador, nos colectivizan en grupos cada vez más exóticos— proseguiremos con lo que parece estar tomando forma de 'curso CCC' sobre cromodinámica política, introduciendo hoy el concepto de 'Corrimiento al rojo'.

El efecto Doppler es un simpático fenómeno físico por el cual una fuente que emite un sonido regular parece cambiar su frecuencia debido al movimiento relativo con respecto al observador, en este caso quizá cabría decir con respecto al oyente.

Para que nos entendamos, es ese '¡Ñññññiiiiiiiii… aaaooouuuu!' que escuchamos al pasar un coche a toda velocidad.

El motor emite el mismo sonido, pero desde nuestro punto de vista este cambia su frecuencia haciendo '¡Ñññññiiiiiiii' cuando se acerca y 'aaaaaoooouuu!' cuando se aleja. Lo siento, pero 'Ñiaou' es lo mejor que se me ha ocurrido.

El caso es que con la luz sucede lo mismo; la frecuencia percibida cambia con el movimiento relativo y vemos los objetos azulados cuando se acercan y rojizos cuando se alejan. Fue a principios del siglo XX cuando los astrónomos advirtieron que las galaxias más lejanas presentaban un color rojizo, lo que permitió inferir que el universo se está expandiendo. Este fenómeno se conoce como corrimiento al rojo.

¿Y a cuento de qué estamos hablando sobre sonido, luz y galaxias? Hablamos de ello porque el corrimiento al rojo es exactamente lo que está sucediendo en la política occidental, particularmente en la española, desde hace más de veinte años.

El espectro político no es estático, se mueve y cada vez lo hace más rápido. Casi todos los partidos se están deslizando a la izquierda —progreso, dicen—, y podemos observar un más que evidente corrimiento al rojo que está modificando, con un nuevo marco ético, la percepción colectiva de la historia, la proyección del futuro —lo que llaman agenda—, y lo que entendemos que está bien y lo que está mal.

El PSOE se está deslizando al rojo a una velocidad cercana a la de la luz, aplastando a Sumar y a los restos de Podemos de tal modo que han quedado reducidos a un artrítico cartílago que apenas los separa de Esquerra, CUP, Bildu y compañía.

Los movimientos

En ese contexto, el PP intenta extenderse por el espacio que antes ocupaba el PSOE y VOX se mantiene en el mismo lugar que ha ocupado la derecha desde que es derecha.

De este modo, aquellos que se deslizan a toda velocidad por la pendiente roja llaman ultraderecha a todo aquel que no les siga el ritmo. A pesar de todos los acercamientos a la izquierda de Feijóo, debido al movimiento relativo, el PP sigue siendo, a sus ojos, la derecha extrema y VOX, cómo no, la extrema derecha.

Menudo problema léxico tendrán cuando aparezca un partido a la derecha de VOX: ultra-mega-turbo-extrema-derecha-ñiiiiiiiaaaaauuuuu. Algo tendrán que inventar porque lo de fascistas está más que gastado. Si Ciudadanos, según ellos, era fascismo… ya todos los que no alcemos el puño somos fascistas. Cómo olvidar aquello que decían de 'Albert Primo de Rivera'.

Y lo más preocupante no es el deslizar de casi todos los partidos. Es el corrimiento al rojo ideológico que, a fuerza de campañas, televisión, radio, prensa, etcétera —es decir, de dinero público— se va conformando una base pantanosa sobre la que se fundamenta la nueva normalidad.

El aborto

Solo hay que ver cómo ha cambiado el tema del aborto: ya casi todos los partidos han cruzado el umbral... y ¿qué se encuentra detrás de esa puerta? La pendiente roja termina siempre en el mismo sitio: termina en la noticia que leíamos ayer: “La CUP propone legalizar el aborto hasta el día del nacimiento”.

No sé qué diferencia hay entre un bebé acabado de nacer y el mismo bebé un día anterior. ¿Acaso ese ser humano no lo era horas antes? ¿Cabe mayor putrefacción moral?

Es exactamente eso lo que encontraremos detrás: encontraremos a una ministra del Gobierno de España elaborando listas negras de médicos que, en conciencia, se niegan a traicionar su juramento de salvar vidas, y no acabar con ellas… encontraremos el asesinato del ser más puro, inocente e indefenso que pueda existir reivindicado como ‘derecho de las mujeres’.

Lo peor es que ese pozo infernal no tiene fondo. Pronto dirán que un bebé recién nacido aún no se puede considerar un ser humano, y la putrefacción seguirá progresando.

Las ideologías se deslizan a conveniencia, los principios no. Los movimientos ajenos, por más que a uno le llamen fascista, derecha extrema o extrema derecha, en ningún caso pueden perturbar al que se mantiene fiel a sus principios. Pongámonos, entonces, los insultos como medallas. Hoy, en España, si no te llaman fascista un par de veces al día, ¡cuidado! Algo estás haciendo mal.