EDITORIAL
Sánchez se la juega: el ‘caso Begoña’ le pone al límite
En dos días, el presidente del Gobierno se juega su escaso prestigio. Si los tribunales le propinan dos reveses, su argumento de que estamos ante una confabulación política, mediática y judicial contra él, quedará bastante desactivada
Este lunes la Audiencia Provincial de Madrid estudia si el juez Peinado puede seguir investigando el ‘caso Begoña Gómez’ y el martes el Tribunal Superior de Justicia se Madrid se pronunciará sobre la querella que el propio Pedro Sánchez ha presentado contra el juez que ha osado abrir una causa contra su esposa y se ha atrevido incluso a llamarle a él a declarar como testigo. El juez Peinado ha debido de creer que Sánchez es un ciudadano más ante la ley ¡Habrase visto!
El caso es que, en dos días, el presidente del Gobierno se juega su escaso prestigio. Si los tribunales le propinan dos reveses, como es bastante esperable a juicio de muchos expertos, su argumento de que estamos ante una confabulación política, mediática y judicial contra él, quedará bastante desactivada.
Solo los más cafeteros de entre los más sanchistas podrían seguir pensando que, además de Peinado, la Audiencia Provincial y el Tribunal Superior de Justicia de Madrid forman parte también de ese complot imaginario en el que, por cierto, ya está metido también la revista británica The Economist que esta pasada semana acusaba a nuestro presidente de aferrarse al poder “a costa de la democracia”.
En todo caso no podemos descartar nada. Sánchez es capaz de meter en el saco de la fachosfera a The Economist, a la Audiencia Provincial, al Tribunal Superior de Justicia y a cualquiera que se atreva a criticarle o impugnarle. De hecho es lo que ha sucedido con insignes socialistas como el expresidente Felipe González, sin ir más lejos, al que se desprecia en público. Por no hablar de otros ilustres socialistas que han sido apartados y señalados, como Joaquín Leguina o Nicolás Redondo entre otros muchos.
Sánchez, llegado el caso, sería capaz de emular a la ex presidenta de Argentina, Cristina Fernández, quien tras ser condenada por corrupción pasó de hablar de lawfare, como hace ahora él mismo, a subir un peldaño más: “mafia judicial”. Quizás no estemos nada lejos de eso. Veremos qué deciden los jueces esta semana que está marcada ya como crucial para esta legislatura. La maquinaria del Estado al servicio de Sánchez (Fiscalía, Abogacía, el Gobierno y el PSOE) intenta torcerle el brazo a un juez raso, un instructor de Plaza de Castilla que ha salido independiente y respondón. Ojalá la Audiencia Provincial y el Tribunal Superior le den un buen revolcón y de paso refuercen la independencia del Poder Judicial frente al presidente del Gobierno que se aferra al poder “a costa de la democracia”.