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Indocumentados por el Mundo

El valenciano recién casado, con su polémica pancarta, en Singapur.

El valenciano recién casado, con su polémica pancarta, en Singapur.

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Está cantado que, a base de confundir el culo con las témporas y la libertad con la falta de respeto, cada vez hay más gente que se cree que puede ir por la vida haciendo lo que le sale del nardo, pasándose por el forro las leyes, las costumbres y la cultura del lugar al que va de visita. 

Es verdad que en este país nuestro estamos muy acostumbrados a que se le dé la razón al que llega de fuera y a que seamos los de aquí los que tengamos que replegar velas y ceder, pero el hecho de que en Europa nos hayamos aborregado hasta límites insospechados, no significa que en el resto del planeta ocurra lo mismo.

Esto lo están aprendiendo en carne propia los dos protagonistas del último capítulo de Indocumentados por el Mundo; una pareja de hinchas del Valencia de luna de miel que a su paso por Singapur no han tenido mejor idea que la de posar en la puerta de su hotel con una pancarta en la que mandaban al dueño del club de sus amores, singapurense él, a su casa, en la puerta de la cual han pegado también un par de pegatinas en las que se reproduce el mismo mensaje equívoco (el Go Home debería haber sido un Come Home, pero ya sabemos que en inglés los españoles vamos flojos). 

El resultado de la gracieta es que ahí está la parejita, compuesta, sin pasaporte y a la espera de saber a cuánto asciende la multa que les van a poner por saltarse las leyes de un país en el que vandalizar las paredes, aunque sea con un par de pegatinas, alterar el orden público, aunque sea con una cartulina cutre, y creerse muy listo insultando a uno de sus ciudadanos, se paga y se paga bien.

Ahora resulta que tanto la embajada de España como el ayuntamiento de Valencia andan haciendo gestiones para que la pareja en cuestión pueda Go Home lo antes posible. Lo único positivo de esta patochada es que, a partir de ahora, estos dos tristes a los que muy mal se les debe estar dando la luna de miel para que su principal preocupación sea la de quejarse de un señor al que se la trae floja lo que opinen, se andarán con tiento cada vez que salgan de su barrio. Eso y que seguramente no van a tener material para dar la turra a familiares, amigos y vecinos con su álbum de fotos post-nupcial.

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