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EDITORIAL

El Supremo es facha: Sánchez ya no sabe por dónde escapar

Los ministros repiten la consigna que toca, cuando toca. Y ahora alguien en la Moncloa ha entendido que es el momento de atacar a los jueces. ¡Con lo fácil que sería decir algo tan sencillo como “respetamos las resoluciones judiciales”!

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, junto al nuevo fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz.

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Este miércoles nos hemos enterado de algo nuevo y tremendo: el Tribunal Supremo es facha. Sólo eso explica que, según el Gobierno, impute al Fiscal General del Estado sin motivo alguno. El ministro de Justicia, Félix Bolaños, afirma que los magistrados están imputando a García Ortiz “por contar la verdad” y la vicepresidenta María Jesús Montero afirman que están permanentemente intentando “demonizarlo”.

Y eso en público, porque en privado múltiples fuentes del Ejecutivo van más allá, descalifican la actuación de los magistrados del Supremo y aseguran que esta imputación “va a quedar en nada”. Es decir, que si no hay nada y todo va a quedar en nada, los magistrados están prevaricando o son unos ineptos juristas.

Los ministros repiten la consigna que toca, cuando toca. Y ahora alguien en la Moncloa ha entendido que es el momento de atacar a los jueces. ¡Con lo fácil que sería decir algo tan sencillo como “respetamos las resoluciones judiciales”! Pero no, en esa estrategia hacia ninguna parte, un desnortado Pedro Sánchez se dedica a descalificar a todos los jueces que interfieren en sus planes. Bueno, a jueces, periodistas y políticos. Todo para hacernos creer que existe una campaña orquestada de acoso y derribo contra él. ¡Delirante!

El problema para Sánchez es que si ya era difícil de creer que un juez de Instrucción de Madrid como lo es Peinado esté inmerso en una confabulación, se antoja imposible tragarse ahora el cuento de que también el Tribunal Supremo está metido en el ajo.

No, la realidad no se puede esconder por mucho tiempo. Lo que estamos viendo es una sucesión de escándalos que tienen su vertiente política y su traducción judicial y que afectan directamente al presidente del Gobierno en su entorno más próximo: varios ministerios, su mano derecha durante años, su esposa y su hermano. Y, sí, como ha sucedido en múltiples ocasiones, todo arranca en informaciones de prensa que lejos de ser bulos acaban siendo confirmadas por investigaciones policiales y judiciales.

Sánchez ya no sabe por dónde escapar. Sin coartada y sin argumentos creíbles, está acorralado. Solo le queda atacar a la desesperada a todo aquel que le resulte una amenaza, aunque ello implique un descrédito de las instituciones y una merma de la separación de poderes, pilar esencial de la democracia. Sánchez está dispuesto a todo para salvar a Sánchez.