El fiscal general amenaza al PP y se niega a dimitir

El fiscal general, Álvaro García Ortiz, no solo no dimite sino que amenaza al PP, digámoslo claro. En el canal 24 horas de TVE lanzó un discurso absolutamente demencial en el que aseguró incluso que no es cierto que esté imputado o investigado. Pero fue más allá, lanzó una amenaza velada o no tan velada: él tiene información de partidos políticos que podrían ponerles en serios aprietos.

Solo caben dos posibilidades ahí, con conclusiones igual de graves. Una, que se lo esté inventando, lo cual sería de una irresponsabilidad manifiesta. Otra, que sea cierto. En ese caso, estaría cometiendo un delito, porque su obligación es investigar y perseguir los delitos, jamás esconderlos, taparlos u olvidarlos en un cajón. Sea un supuesto o el otro, lo cierto es que solo eso es un motivo para pedir su dimisión.

Pero García Ortiz, en el delirio en el que está instalado, afirma también que después de una profunda reflexión ha llegado a la conclusión de que lo mejor para la institución, para la Fiscalía General del Estado, es que no dimita y se quede en su puesto.

Primero, es muy presuntuoso por su parte. Nadie es imprescindible y un imputado menos aún. Segundo, su permanencia en el cargo va a dar lugar a una situación verdaderamente alarmante: un fiscal a las órdenes de García Ortiz -porque la Fiscalía es una institución jerárquica- va a tener que investigar e interrogar a su jefe. ¿En qué condiciones y con qué libertad puede actuar ese fiscal? A priori con ninguna, por lo que la garantía de un proceso judicial limpio se difumina mucho.

Y una última reflexión: ¿qué hace el Gobierno defendiendo públicamente al fiscal general? No es el papel del Gobierno inmiscuirse en una investigación judicial y mucho menos, como hizo el mismísimo ministro de Justicia, Félix Bolaños, sugerir que los jueces del Supremo están prevaricando.

Sánchez y su banda, porque son una auténtica banda, está destruyendo el Estado de Derecho y matando la credibilidad de las instituciones. Y todo, como siempre, por mantenerse en el poder.

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