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ONVRE DECONSTRUIDO

Falsa dicotomía, Barrio Sésamo y el muro de Sánchez

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A Pedro Sánchez se le ha complicado un poco la partida… pero sabe que nada de lo que suceda en el transcurso importa siempre y cuando termine ganándola. Y en eso tiene amplias credenciales. ¿Qué miembro del partido hubiera dicho, el día que lo echaron a patadas, que tanto él como el resto terminarían sometidos a su voluntad? ¿Quién hubiera dicho, el día que Sánchez convocó elecciones después del descalabro en las municipales y autonómicas y sin más armas que ‘el terror a la ultraderecha’, que terminaríamos de nuevo bajo el yugo progresista?

Pedro Sánchez no va a caer… no tiene ninguna intención de hacerlo. No hay más que observar cómo está moviendo las piezas del tablero:

Su serie -Moncloa: Cuatro estaciones- digna del culto al líder instaurado por Ceaucescu, ve la luz… ¡ahora!, casi dos años después. Radio Televisión, ahora sí que sí, Espantosa, es asaltada sin disimulo que valga para obtener algo de líquido con el que comprar el apoyo a los presupuestos.

Y, por si todo esto pareciera poco, pronto asistiremos al lanzamiento del Netflix socialista. Sí, sí… no es una hipérbole; se nos viene la plataforma PSOEplay, donde podremos disfrutar de un flujo constante de contenido audiovisual concebido para mayor gloria de nuestro amado líder, el Conducator de las Naciones Federales de España (se ve que Pedroplay no terminó de convencer a sus asesores).

¿Quién seguiría acumulando poder de ese modo para, acto seguido, entregar el trono? Todo ello son evidentes indicios de que ni se le ha pasado por la cabeza rendirse. Nada más lejos de la realidad; esto no es el final, quizá sea solo el principio.

El trabajo duro ya está hecho. Es el fruto de décadas de polarización y enfrentamiento, polarización que, en estos últimos años, ha alcanzado cotas que nunca hubiéramos imaginado. El objetivo para sus votantes ya no es que los suyos gobiernen; es que, sea como sea, con corrupción o sin ella -o mejor con ella si eso asegura la jugada- no gobierne la derecha.

¿Qué va a suceder? El único modo de predecir el futuro es estudiar el pasado. Y es que este tipo de personajes se enamoran de tal modo de ‘su genialidad’ que siempre terminan cantando. Tan grande es la necesidad de que el dulce néctar que emerge de su mente en forma de brillantes estrategias sea admirado por todos, que de un modo u otro acaba desvelándose.

Escuchando atentamente su discurso de investidura, del que extraeremos unas cuantas citas como muestra, podremos hacernos una buena idea de sus intenciones: consumada la polarización, se mantendrá en el poder con tres sencillos pasos.

Primer paso: la falacia de la falsa dicotomía

La falsa dicotomía consiste en convencer al votante de que su trascendente papel es elegir entre dos únicas opciones, siempre opuestas y contradictorias: o formas parte del avance o serás culpable del retroceso. Curiosamente, la relevancia de cuán virtuosa es la opción socialista queda en un segundo plano en comparación con lo inhumano de la opción de derechas:

“…esa es la disyuntiva a la que nos estamos enfrentando: o España continúa avanzando, señorías, o España retrocede…”

“…hay fuerzas reaccionarias que claramente quieren retroceder y, por otro lado, estamos los partidos que queremos avanzar…”

“…de nuevo, señorías, nos toca optar: o avanzamos o volvemos a ese punto de partida…”

“…nos corresponde optar por el avance o por el retroceso…”

Es muy sencillo, pero muy efectivo. Con esa desfachatez se mantiene cautivos a millones de votantes; ya sé que te he engañado mil y una veces, pero o bien te tapas la nariz y me votas a mí, o serás responsable del retroceso, la involución, el dolor y la destrucción de la democracia.

Pedro Sánchez celebra con Teresa Ribera su investidura.

Pedro Sánchez celebra con Teresa Ribera su investidura.Alejandro Martínez Vélez / Europa Press

Segundo paso: la técnica de Barrio Sésamo

Una vez presentada la falsa dicotomía -avance o retroceso- hay que consolidar esos caminos neuronales en la conciencia colectiva. Hay que hacerlo machaconamente: una y otra vez, y otra vez, y otra vez…El mensaje, de nuevo, es muy sencillo: ellos son el caos y el odio, mientras que yo, y todo lo que yo represento, la quintaesencia de lo excelso y lo divino.

Si queremos que traguen la papilla cual bebé, hay que tratarlos como tal. Todo bien machacadito, que no tengan ni que pensar, solo tragar… tal y como hacían los personajes de Barrio Sésamo cuando nos explicaban qué es derecha y qué es izquierda:

Hola, ¿qué tal, niños? Hoy les voy a hablar de avanzar y retroceder.

¿Están listos, amigos?

Muy bien, lo primero que les voy a enseñar es… ¡avanzar!

“…es necesario que sigamos gobernando para consolidar todos estos avances, para evitar que España retroceda, para lograr que nuestro país siga avanzando…”

“…la izquierda se alza como opción que apuesta por el avance de las grandes conquistas sociales…”

“…un gobierno progresista, señorías, que defiende con hechos la igualdad entre españoles…”

“…una inspiración para otras muchas sociedades europeas…”

Eso fue avanzar. Ahora les voy a enseñar lo que es retroceder.

¿Están listos, amigos?

Esto es… ¡retroceder!

“…propuestas reaccionarias que cristalizan en formaciones políticas de ultraderecha, que cuestionan la democracia y también los derechos humanos…”

“…derechas retrógradas que se muestran incapaces de gestionar lo público…”

“…una vez que llegan al poder, precipitan el caos. Son tan incapaces de resolver problemas como capaces de instigar odio…”

“…solamente proponen el retorno al pasado. Son incompetentes en la gestión, pero son de una temible eficacia en la propagación del resentimiento y del odio…”

Ahora vamos a repetirlo, amigos, pero esta vez estaremos bien atentos.

¿Todos listos?

Esto es… ¡avanzar!

“…los valores que encarnamos tienen un futuro brillante por delante y pueden iluminar con su modelo al resto del mundo…”

“…fuerzas progresistas dispuestas a seguir avanzando, que conocen bien los problemas a los que se enfrenta la ciudadanía…”

“… dar a nuestros ciudadanos una vida más plena, una vida de certezas, de seguridades…”

“…el camino del avance, el camino de la mayoría, el camino del progreso…”

¡Muy bien, niños!

¡Una última vez!

Esto es… ¡retroceder!

“…propuestas reaccionarias que descalifican a la ciencia, que niegan la evidencia científica… rezuman clasismo…”

“…propuestas reaccionarias que desprecian la cultura, que atacan al diferente solo por ser diferente. Reaccionarios cuyo único propósito es la involución y la confrontación…”

“…la política del insulto, del odio y de la crispación. El clasismo, el machismo y la xenofobia…”

“…profetas del odio que quieren encerrar a las mujeres en las cocinas, a las personas LGTBI en los armarios y a los migrantes en campos de refugiados…”

Tercer paso: erigir el muro

Presentada la falsa dicotomía, machacados los conceptos en un surrealista show de marionetas perpetrado desde la tribuna del Congreso de los Diputados, solo queda presentar la única salvación posible: el muro. Es decir, él, su persona, el Conducator, su Pedrosidad.

Hasta en tres ocasiones sacó a relucir el muro, cosa que negaba al día siguiente en su plataforma predilecta para difundir el relato oficial: Radio Televisión, hoy ya, ‘Esperpentosa’. Lo negaba porque, en algún momento, se dio cuenta de que no logró transmitir la imagen que pretendía, más bien todo lo contrario. Esa imagen del muro, terminó por delatarle.

“…nos toca elegir camino: o bien abrimos la puerta a ese movimiento o lo frenamos en seco, erigiendo un muro de democracia, de convivencia y de tolerancia…”

“…el único muro eficaz contra las políticas de la ultraderecha en comunidades y ayuntamientos ha sido el Gobierno de coalición progresista de España…”

“…o bien alzamos un muro ante estos ataques recurrentes a los valores de la España democrática o bien le damos salvoconducto…”

Pedro Sánchez durante su discurso de investidura.

Pedro Sánchez durante su discurso de investidura.Alejandro Martínez Vélez / Europa Press

Todas son citas de su discurso de investidura, aunque más que un discurso de investidura, fue toda una declaración de intenciones. Pedro Sánchez quiso dejar claro desde el primer día de su nueva legislatura que, de ningún modo renunciará a su chófer, ni a sus mayordomos, ni a su Falcon. Retorcerá la realidad, polarizará y enfrentará a la población lo que haga falta con tal de mantenerse en el poder. En las pasadas elecciones generales casi lo pierde; ese es un riesgo que no está dispuesto a asumir de nuevo.

El muro ya es una realidad. Aunque aflore la corrupción, tiene a media España cautiva, y no hay escándalo ni hemeroteca capaz de cambiar eso. ¡El muro es él! Él es el muro de España que contiene el apocalipsis fascista y salvaguarda el pedacito de cielo en la tierra que el socialismo siempre ha procurado para su pueblo.

Construirá el muro físicamente si es necesario. Pero mucho me temo que el de Sánchez no es una muralla que unifica y protege del enemigo exterior. Más bien es como el Muro de Berlín, que enfrenta y divide el interior. Sabe perfectamente que el enfrentamiento interno es la gasolina que mantiene revolucionando al motor socialista y no dudará en apretar el acelerador en la medida que sea preciso.

En cuanto haya elecciones, los que se encuentran a su lado del muro responderán. Responderán porque Sánchez no les deja otra opción. De lo contrario -ya están convencidos de ello- serán los culpables de abrir, no las puertas del infierno, ¡mucho peor!, abrirán las puertas a “…los profetas del odio que quieren encerrar a las mujeres en las cocinas, a las personas LGTBI en los armarios y a los migrantes en campos de refugiados…”, según las palabras que pronunció en su perturbador, aunque revelador, discurso de investidura.

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