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EDITORIAL

Pedro Sánchez, “el 1” que conocía a Aldama y consolaba a Ábalos

La fotografía junto al empresario encarcelado no es la de un fan más, como nos ha querido hacer creer el PSOE durante todo el fin de semana, como si fuéramos niños de guardería sin capacidad de discernir

Pedro Sánchez con Víctor de Aldama

Pedro Sánchez con Víctor de Aldama

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Pedro Sánchez se ha dado a la fuga. Casualmente toda esta crisis le ha pillado en la India, a muchos kilómetros del escándalo de su foto con Víctor de Aldama que ofrecía El Mundo y la de su mensaje de whatsapp consolando a José Luis Ábalos en medio de la tormenta, que publicamos en ESdiario. También le ha pillado a muchos kilómetros de distancia del escándalo Errejón que, aunque no le incumbe a él personalmente, afecta de lleno a su socio de Gobierno y, en consecuencia, a la estabilidad del Ejecutivo.

De hecho, el presidente del Gobierno va a tener cinco viajes internacionales en tres semanas, lo que le va a dar un respiro muy oportuno. O eso cree él, porque lo cierto es que por mucha distancia física que ponga entre él y sus escándalos, lo cierto es que los hechos le sitúan de lleno en el centro de los mismos. No tiene escapatoria y antes o después tendrá que dar alguna explicación de algo: del caso Begoña, del caso de su hermano y del caso Ábalos, el más candente ahora mismo por una fotografía comprometedora y un mensaje privado al ex ministro de Transporte cuando ya había sido destituido y arreciaban las sospechas contra él.

La fotografía junto al encarcelado Víctor de Aldama no es la de un fan más, como nos ha querido hacer creer el PSOE durante todo el fin de semana, como si fuéramos niños de guardería sin capacidad de discernir. La instantánea la hizo Koldo García en un espacio privado del acto público a que asistió Sánchez, un lugar reservado para invitados al que solo accedían unos pocos. La trama corrupta tenía acceso hasta el mismísimo presidente del Gobierno. Eso queda acreditado.

Respecto al mensaje de whatsapp de Sánchez a Ábalos que publicamos en ESdiario, es demoledor. Se produce meses después de haberlo destituido por sorpresa y sin explicaciones, al menos públicas. La redacción del mismo no deja lugar a la duda: Sánchez no está respondiendo a Ábalos sino que toma él la iniciativa de escribir a su ex hombre de confianza después de meses sin contacto. Lo hace en plena oleada de acusaciones periodísticas contra Ábalos, cuando el ex ministro empieza a estar en la picota.

Sánchez llama “infundios” a esas informaciones que luego se han demostrado sólidas y han dado lugar a una investigación judicial que tiene a Ábalos a las puertas de la imputación. Pero más allá del contenido, es el propio hecho de que le escriba en mitad de la tormenta lo que le añade interés. El mensaje suena a recordatorio: estoy aquí a tu lado, no te preocupes que no te abandono. Es factible pensar en un Sánchez preocupado por el cariz que estaban tomando los acontecimientos en torno a la persona que lo sabe todo de él y al que, precisamente por eso, no conviene dejar abandonado.

La situación de Pedro Sánchez, en el extranjero o en Madrid, es de extrema debilidad, de inoperancia total y de falta absoluta de credibilidad. Sin dar explicaciones, sin contestar a nadie y recordándole a Feijóo su foto con Marcial Dorado como principal y patético argumento. La agonía puede ser larga todavía. Hará lo posible y lo imposible, incluyendo cualquier tipo de juego sucio, para tratar de sobrevivir políticamente. Pero acabará cayendo y el PSOE con él.

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