EDITORIAL
Sánchez sigue en sus trece: la conspiración de la "ultraderecha" como único argumento
El calvario continúa para la pareja presidencial, a pesar de que el presidente afirma que está tranquilo, que no hay nada y que el tiempo pondrá a cada uno en su sitio
Empieza a resultar cansino ver a Pedro Sánchez esconderse detrás de la supuesta conspiración de la ultraderecha contra él. Esa es su única explicación cuando se le pregunta, como ha sucedido este martes en la India, por la nueva imputación del juez Peinado a su esposa por dos delitos más: apropiación indebida e intrusismo profesional, ambos relacionados con el software que varias grandes empresas de este país desarrollaron a instancias de Begoña Gómez y donaron a la Complutense. Hay indicios de que la esposa del presidente del Gobierno pudo registrar esa herramienta informática a su nombre, un producto valorado en unos 200.000 euros.
Así pues, Begoña Gómez tendrá que acudir a los juzgados de Plaza de Castilla de nuevo el próximo 18 de noviembre para verse las caras con el juez Peinado. El calvario continúa para la pareja presidencial, a pesar de que Pedro Sánchez afirma que está tranquilo, que no hay nada y que el tiempo pondrá a cada uno en su sitio porque él tiene confianza plena en la justicia, según dice. Lo cierto es que esa confianza hasta ahora ha sido una catarata de descalificaciones al juez instructor desde el PSOE y desde el propio Gobierno, incluidas dos querellas que han sido desestimadas contra Peinado y la utilización de la fiscalía y la abogacía del Estado para poner todo tipo de trabas a la acción judicial.
Es muy probable que Sánchez jamás creyera verse en esta situación tan complicada, con varios casos de corrupción de los que no puede zafarse y de los que vamos conociendo día tras día alguna nueva información que le compromete más. Si a eso le sumamos el escándalo Errejón y el descrédito para su socio de Gobierno, Sumar, y para su cabeza visible, Yolanda Díaz, el momento no puede ser peor para el Ejecutivo, por mucho que traten de disimularlo con sonrisas forzadas y frases hechas.
Sánchez no puede convocar elecciones porque sabe que las perdería y que no tendría opciones de repetir la fórmula de la investidura de 2023, es decir, una alianza de todos los enemigos de España contra el PP y Vox. La izquierda se desmorona como un azucarillo en el agua y el propio PSOE acusa el golpe de la corrupción. Motivos más que sobrados para resistir como sea el la Moncloa. Pero eso cada vez es más complejo porque se cruzan intereses que están en otra onda. Pablo Iglesias y Podemos verían con muy buenos ojos unas elecciones anticipadas con las que aprovechar el momento de hundimiento de Sumar e intentar traducirlo en escaños.
De momento, Podemos ya le ha puesto dos condiciones inasumibles que debe cumplir si quiere su apoyo a los presupuestos generales para 2025, esos de los que no hay ni rastro. Esas condiciones, romper con el Estado de Israel y bajar por ley el alquiler viviendas un 40%, indican que no quieren que Sánchez apruebe los presupuestos porque les interesa una legislatura corta, lo más corta posible, Es el momento para que Pablo Iglesias -la mano que mece la cuna- gaste en las urnas su última bala para recuperar el espacio político que Yolanda Díaz e Íñigo Errejón le robaron hace tiempo. Eso o la desaparición