Teresa Ribera, a la desesperada: culpa a Rajoy y no asume ninguna responsabilidad

Teresa Ribera está muy nerviosa. Lo ha demostrado este miércoles en el Congreso con un tono agrio, desencajada y echando balones fuera. Le ha echado la culpa nada menos que a Rajoy, sí a Mariano Rajoy, de que no se hicieran las obras necesarias en el barranco del Poyo que habrían evitado la tragedia de más de 200 muertos.

Habla Teresa Ribera como si acabara de llegar al Gobierno ayer, pero lleva seis años y medios en los que se podrían haber hecho tres veces las obras que habrían evitado decenas de muertos y miles de millones de euros de pérdidas materiales.

Por eso está muy nerviosa. Razones tiene, la verdad. Se veía ya de vicepresidenta de la Comisión Europea pero la DANA brutal del pasado 29 de octubre ha convertido la alfombra roja en un camino de espinas. No se sabe en qué quedará la cosa, pero si logrará su ansiado destino de vicepresidenta europea lo hará llena de rasguños políticos que la desacreditan por completo.

Además, si lo consigue será gracias al apoyo de los hasta ayer "ultras" Meloni y Orbán, un precio muy caro a pagar por Pedro Sánchez. Él, campeón mundial de la lucha contra la extrema derecha, pactando con los ultraderechistas. Se le cae su principal línea argumetal, la que le llevó a poder seguir en La Moncloa: frenar a Vox a toda costa.

Teresa Ribera no debería ser nunca vicepresidenta europea. Su gestión está más que comprometida y no merece un ascenso sino la reprobación y la dimisión. Este debería ser el final de su carrera política. No se entiende que sea el comienzo de una nueva y superior.