La portavoz del Gobierno mete la pata otra vez con un refrán a su estilo
Isabel Rodríguez proyecta una buena imagen, joven, moderna y simpática, pero cuando abre la boca la cosa cambia. Sus meteduras de pata la convierten en carne de 'meme' en las redes
Lo ha vuelto a hacer. La portavoz del Gobierno de Sánchez ha metido la gamba otra vez en una comparecencia pública para convertirse de nuevo en carne de meme. Isabel Rodríguez está haciendo méritos para amadrinar esta sección. Gracias infinitas por adelantado, que de bien nacido es ser agradecido.
Y es que hasta los refranes hay que saber utilizarlos. Una manchega como ella, nacida en la tierra del Quijote, bien podría dominar con más soltura el castellano o, al menos, tomar nota de Sancho Panza, analfabeto que sin embargo dominaba el refranero como nadie. Isabel Rodríguez no, desde luego que no. Es simpática y agradable, sin duda. Un rostro amable y moderno del Gobierno. Sin embargo, hace gala de un defecto imperdonable para un portavoz: no tiene un verbo fluido y sus patadas al diccionario comienzan a ser antológicas.
El refranero le trae de cabeza
La última ha sido hilarante: “donde dije Diego, digo digo”, ha sido su último resbalón dialéctico en la sala de prensa de la Moncloa.
Todo el mundo puede meter la pata, es cierto. El problema es que a Isabel Rodríguez le pasa con una frecuencia inusitada. En la anterior comparecencia tras el Consejo de Ministros, una semana atrás, la portavoz desató las carcajadas en las redes sociales al asegurar que “para este viaje no hacía falta tanta forja”.
No obstante, hay que reconocer en honor a la verdad que a pesar de todo Rodríguez parece Demóstenes en comparación a su antecesora, Mariaesú Montero.
Me van a perdonar, pero esto no es un lapsus, es simple ignorancia. Es evidente que Rodríguez pensaba que el refrán es tal cual lo dijo. La alforja era la forja. En todo caso, hay que reconocer en honor a la verdad que a pesar de todo Rodríguez parece Demóstenes en comparación a su antecesora, Mariaesú Montero. Y que no se me enfade nadie, que nos conocemos. Su problema no es de acento, ya que el andaluz no es un problema sino una virtud cuando pone su melodía y cadencia al servicio de un español correcto. El problema de Montero es que no sabe hablar. Punto.
Sánchez está demostrando una rara habilidad, la de elegir portavoces que no dominan el arte de la oratoria. Quizás habría que empezar a buscar personas con cierta capacidad dialéctica y un bagaje cultural un poco mayor a sus espaldas. ¿Dónde está esa legión de asesores que mantiene el presidente en Moncloa con nuestro dinero? ¿Nadie lo ve? En fin, no le cobraré este consejo por ser la primera vez.