Salud mental en el trabajo: vigilancia, prevención y compromiso

10 DE OCTUBRE, DÍA DE LA SALUD MENTAL

En los últimos tiempos parece que la salud mental ha saltado a la palestra. No es que haya más casos de afecciones de este tipo, sino que algo estamos haciendo bien. Primero la desestigmatización, porque poder hablar de ello abiertamente es fundamental; pero también la detección, la vigilancia y el tratamiento, desde todos los frentes. En el caso del entorno laboral, las empresas son también responsables de ello. La pregunta es: ¿estamos poniendo de nuestra parte todo lo necesario?

Quizá a nuestro alrededor ya conozcamos algún caso, o lo hayamos sufrido nosotros mismos. Los trastornos mentales parecen ser cada vez más frecuentes -según la OMS uno de cada cuatro tendrá alguna incidencia de este tipo a lo largo de su vida- o, al menos, más reconocibles y tratables. Situaciones de pérdida, problemas económicos, entorno complicado, o el mero hecho de ir a trabajar cada día pueden desencadenarlas.

Hoy, por ley, las empresas tienen la obligación de mirar de frente este problema social de los trastornos mentales e implementar medidas de prevención, vigilancia y tratamiento de los riesgos psicosociales en los entornos de trabajo.

De hecho, esta última causa es muy frecuente, y hace perder al sistema miles de millones de días de trabajo por alertas de estrés, depresión o ansiedad. En total, se calcula que la mala salud mental representa unos costes del 4% del PIB mundial, mientras que la inversión en tratamientos de depresión y ansiedad reporta un rendimiento del 400%. Merece la pena pararse a pensar en ello.

Pero llevamos ‘disfrazando’ el tema durante mucho tiempo. Hasta hace muy poco en las organizaciones no se podía hablar de este tema tan estigmatizado, aunque sí se han ido implementando, y afortunadamente cada vez más, iniciativas para promover la salud psicosocial entre su personal.

Hoy, por ley, las empresas tienen la obligación de mirar de frente este problema social de los trastornos mentales e implementar medidas de prevención, vigilancia y tratamiento de los riesgos psicosociales en los entornos de trabajo.

Tecnoestrés y sobrecarga

El propio ritmo laboral puede resultar muchas veces estresante. Y, si bien está comprobado que hay individuos más propensos que otros a sufrir estrés -al fin y al cabo, no es más que la percepción de desajuste entre las demandas y los recursos para hacerles frente-, ir a la oficina no debería ser nunca una fuente de preocupación y menos aún de depresión.

En los últimos años hay datos que incluso hablan de que han aumentado los casos debido al uso intensivo de los dispositivos móviles, que nos mantienen conectados 24/7 y añaden, si cabe, más presión.

Está claro que una mala gestión de los factores psicosociales de cada puesto de trabajo puede ser causa importante de este tipo de problemas de salud mental como el estrés, la ansiedad o incluso la depresión. Pero la responsabilidad de cuidarla no debe recaer (o no solo) en los trabajadores.

La carga y tiempo de trabajo, la autonomía o la falta de ella, el rol que se juega dentro del equipo, la participación en las decisiones corporativas, el ambiente de trabajo, las posibilidades de flexibilidad o conciliación…, son factores que se deben de abordar directamente desde la organización.

Ahora que todos estamos más sensibilizados con la importancia de humanizar nuestras compañías es el momento de que los prevencionistas hablemos de la psicosociología como parte de la solución integrando, por un lado, el estudio de las condiciones de trabajo con el fin de proporcionar herramientas y recursos de formación a los empleados y prevenir los riesgos psicosociales.

Y, por otro, cuidando los aspectos personales y de salud psicológica de los equipos de equipo, a través de planes de acompañamiento y apoyo psicológico.

Una fuerza laboral saludable es un activo para nuestro avance como sociedad y como país. El Día de la Salud Mental este año cuenta con el lema 'Salud mental, salud mundial: un derecho universal', y no podemos estar más de acuerdo.

Anabel Fernández Fornelino, CEO de AFFOR HEALTH