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La pornografía infanto-juvenil: ¿plaga preocupante o curiosidad pasajera?

El anuncio por parte del Gobierno del llamado 'pajaporte' vuelve a traer a primera línea uno de los problemas "durmientes" de nuestra sociedad como es el acceso al porno de los menores de edad.

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La pornografía se puede definir como la presentación o exposición abierta y sin ambages del sexo, generalmente a través de medios audiovisuales, que busca producir excitación a la persona que observa la escena.

Hay que empezar diciendo que el consumo de pornografía es una práctica relativamente habitual en la adolescencia y primera juventud donde el factor hormonal, en el varón, sobre todo, es muy poderoso, por lo tanto, no conviene asustarse y mucho menos tener miedos y dudas inicialmente sobre la salud mental del menor si este consume porno.

Si a la fisiología le unimos el cada vez más fácil acceso a Internet y la disponibilidad cada vez más precoz y mayor de ordenadores, smartphone, iPad, etc. la expansión de la pornografía en adolescentes es una situación entendible y previsible, aunque no por ello menos preocupante. (Ballester & Orte, 2019; Peter & Valkenburg, 2016).

Según datos epidemiológicos recientes, en España, el primer contacto con la pornografía se encuentra entre los 9 y 11 años (Ballester & Orte, 2019), siendo Este la edad media de primer acceso es de 10,4 años, tanto para chicos como para chicas (Biota et al., 2022). Este consumo según Ballester (2022), se hace más regular y frecuente a los 14 años en chicos y a los 16 en chicas.

(Foto de ARCHIVO)
24/11/2022

(Foto de ARCHIVO) 24/11/2022SAVE THE CHILDREN/PABLO BLÁZQUEZ

Un estudio reciente de Ballester-Arnal et al. (2023) en España, se observa que el 97,3 % de los chicos y el 78,3 % de las chicas de 16 años ha buscado pornografía en Internet. Respecto a la frecuencia, el porcentaje de chicos que lo usan semanalmente (32 %) es mayor que el de chicas 6,2 %.

Por último, es importante significar, según Villena-Moya et al., 2023. que, en las muestras estudiadas, el 73,2 % de los chicos y el 27,1 % de las chicas ha visto pornografía de forma intencional a los 16 años. Sin embargo, los datos son diferentes cuando el acceso a la pornografía ha sido accidental y no deliberado. En estos casos la incidencia es de 72,6 % de las chicas y el 66,2 % de chicos.

¿Por qué se consume pornografía en la infancia y adolescencia?

Los datos que exponemos a continuación proceden de los estudios de Villena-Moya, Testa, Hodann-Caudevilla, Chiclana-Actis, Mestre-Bach. Estos autores señalan que las razones que llevan a un adolescente serían muy diversas entre ellas las más frecuentes son las siguientes:

  1. Curiosidad sexual.
  2. Búsqueda de placer inmediato.
  3. Información técnica sobre sexualidad para replicarla en la realidad.
  4. Forma de combatir el aburrimiento.
  5. Manera de reducir el estrés y de neutralizar emociones desagradables.
  6. Para evadirse de la realidad y de la soledad.

¿Cuáles son las consecuencias del consumo de pornografía en adolescentes?

Según los estudios más recientes, las consecuencias de un consumo inadecuado de pornografía serían las siguientes:

  • Aumento de la cólera interpersonal
  • Expectativas irreales sobre la sexualidad
  • Aumento de la soledad
  • Disminución de la autoestima
  • Aumento de las conductas sexuales de riesgo.

Con mucha frecuencia la pornografía va unida con frecuencia a la violencia no sexual, y ello es así porque llega a “normalizar y trivializar” el concepto de violencia en general y por ende la agresividad ligada al sexo.

Por otro lado, la pornografía favorece la cosificación de la mujer e introduce sesgos cognitivos donde se culpa a la víctima ante una agresión sexual (ha provocado, ha insinuado, ha colaborado, no lo dejo claro, su atuendo era muy llamativo, no puso limites,…etc.) y, en consecuencia, se exculpa al agresor, a quien se pretende, paradójicamente, hacer pasar por víctima. 

¿Tiene la pornografía influencia en las relaciones sexuales del adolescente?

El uso de pornografía puede favorecer conductas sexuales más permisivas y mayor uso del llamado sexting (mandar o recibir imágenes o vídeos de tipo sexual por el móvil, las redes sociales o cualquier medio electrónico).

La pornografía en etapas precoces del desarrollo humano se ha asociado también con el aumento de conductas sexuales de riesgo como: el inicio precoz de las relaciones sexuales, un mayor número de parejas sexuales, relaciones sexuales sin preservativo y mantener relaciones sexuales bajo los efectos del alcohol/drogas. También la pornografía puede alterar la imagen corporal y la autoestima debido, esencialmente, a la comparación con el material pornográfico en adultos.

Diversos estudios afirman que el uso frecuente y problemático de la pornografía origina:

  • Aumento de la impulsividad.
  • Disminución del aprendizaje y de la capacidad de atención.
  • Pérdida de memoria y dificultar en la regulación de las emociones en los niños
  • Estimula la soledad.
  • Distorsión de la percepción de la sexualidad, que suele corregirse al iniciarse las relaciones sexuales.
  • Hipersexualización, alteraciones emocionales y aumento de comportamientos parafílicos. Todo ello estudiado por Gassó & Bruch-Granados, 2021; Kang et al., 2020; Mestre-Bach & Potenza, 2023; y Wright & Štulhofer, 2019.

¿Cuándo la pornografía se convierte en un problema? 

Desde la óptica de la salud mental el uso problemático de la pornografía se produce según Efrati, 2020 cuando: el consumo de pornografía perturba el funcionamiento de una persona y se asocia a comportamientos incontrolables y adictivos. Es decir, se produce una pérdida de control sobre uno mismo, apareciendo una sensación de urgencia, lo que a su vez da lugar a un malestar personal importante y dificultades en el funcionamiento diario, según comenta Wetterneck et al., 2012.

La pornografía puede ser similar a cualquier “adicción comportamental”, como bien señala Kor et al., 2014 y cumple los criterios de este tipo de adicciones:

  1. Uso muy frecuente, excesivo y compulsivo de pornografía.
  2. Urgencia para embarcarse en el comportamiento, con el objetivo de alcanzar o mantener un estado emocional positivo o para escapar/evitar un estado emocional negativo.
  3. Disminución del control sobre la conducta.
  4. Repetición de la conducta a pesar de las consecuencias adversas, que derivan en un malestar personal significativo y dificultades funcionales.

A este respecto, la Organización Mundial de la Salud (OMS) incluyó en 2018 el trastorno por comportamiento sexual compulsivo (TCSC; OMS, 2019), como un trastorno del control de los impulsos, donde se englobarían diferentes conductas sexuales fuera de control (uso de pornografía, masturbación compulsiva, cibersexo, prostitución, webcams sexuales, entre otras). Sin embargo, esta clasificación no cuenta con unos criterios específicos para el uso de pornografía ni para la población adolescente (Chiclana-Actis & Villena-Moya, 2022), a pesar de que el 80 % de pacientes con un TCSC presentan un Uso Problemático de la Pornografía (Sharpe & Mead, 2021).

¿Cuáles son los factores predisponentes?

Los factores predisponentes para usar de forma problemática la pornografía son:

  1. Ser varón y heterosexual,
  2. Ser impulsivo, extrovertido, y con rasgos histriónicos y narcisistas
  3. Tener baja autoestima asociada a búsqueda de sensaciones
  4. Existencia de trastornos psicopatológicos como: TOC, Ansiedad, Depresión.
  5. Tener escasas habilidades sociales, tendencia a la soledad y aislamiento, usando de forma exagerada la tecnología.
  6. No haber tenido límites en la infancia y tener menor religiosidad. 

¿Qué se puede hacer si sospechamos un uso inadecuado de la pornografía? 

1.- Programas que ayuden a entender la naturaleza de la pornografía y la diferenciarla de la sexualidad real.

2.- Promover la educación afectivo-sexual en coordinación con los familiares del adolescente con el siguiente marco. Para ello es muy útil: Fomentar la comunicación en la familia y evitar que estas conversaciones solo queden en manos de amigos o del contenido en las redes sociales, habitualmente inapropiado para su edad. Tener empatía y comprensión hacia el adolescente comprendiendo sus emociones, sus cambios hormonales y evitando siempre usar la crítica y los juicios. Permitir que los hijos cometan errores y aprendan de ellos, incentivando su libertad y autonomía en lugar de restringirla.

Fomentar el Autoconocimiento del adolescente para que puedan reconocer y aprender a regular sus emociones. Hacerles entender que, incluso si comete errores, la familia siempre estará ahí para apoyarles de manera incondicional. Proporcionar recursos audiovisuales y libros, etc. Que puedan generar debates sobre la sexualidad, sin que parezcan intrusivas o críticas, sino que se puedan abordar con naturalidad y sin vergüenza.

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