“Atenta a las cosas pequeñas, ambiciono las grandes”
Exhibió musculatura política sin eludir, ni mucho menos ningunear, la participación de los expertos y la seguridad jurídica. Tampoco evitó la ironía, ni el optimismo saludable y contagioso.
Desayuné ayer en el columnario del Hotel Las Arenas, a convocatoria del Forum Europa Tribuna Mediterránea (NEF. Nueva Economía Fórum) para oír a María José Catalá -autodenominada con acierto mediático La Alcaldesa- precisamente acerca de lo más mollar de su programa abierto para “la segunda transformación de la ciudad”. ESdiario publicó ayer mismo noticia fidedigna del desarrollo del acto y un buen resumen de su contenido, al que me remito aquí para ocuparme ahora más de los modos y la formas.
Con las palabras entrecomilladas que titulo, terminó a modo de síntesis su alocución. No le faltó energía ni ternura en la forma de expresarla, ni le sobró contundencia ni una letra en la crítica al contrario. Y pudiera decirse que cautivó al personal que atiborraba la sala.
No fue un mitin de partido, que no era el medio. Ni un debate, que ya vendrán. Estos encuentros matinales, generosamente sufragados por el mundo empresarial, gozan del merecido prestigio que les confiere la experiencia acumulada y el ejercicio de la libertad de expresión del invitado. De manera que se han erigido en un espacio de encuentro de la sociedad civil, que escapa del marco puramente ideológico y de las presiones partidistas de uno u otro color.
Y si me permiten la pretensión, concitan un auditorio selecto, con representantes del empresariado, la ciencia y la cultura; además de la política. Y, naturalmente, los medios de comunicación. (Creo haber contado en esta ocasión, a la totalidad de los directores de los rotativos valencianos). Un auditorio tan receptivo como crítico. Y participativo, si lo desea, porque las preguntas por escrito están a disposición de los asistentes, y no son pocos los que habitualmente hacen uso de la prerrogativa.
Tras una didáctica -y muy cariñosa- presentación de Esteban González Pons, con la asistencia del Presidente de su formación y candidato a la Presidencia de la Generalitat Carlos Mazón, y de su propio equipo, Catalá hiló un discurso directo -medidamente agresivo en ocasiones- y sin florituras, para sellar un compromiso electoral que la sitúa como una candidata creíble. Condición indispensable cuando la aspiración es de liderazgo. Y así pareció entenderlo la audiencia.
Más directa, y muy rápida, resultó con las respuestas. Desterrando circunloquios repetitivos de ese estilo tan cansino que ha patentado la factoría monclovita. Y yendo al grano, exhibió musculatura política sin eludir, ni mucho menos ningunear, la participación de los expertos y la seguridad jurídica. Tampoco evitó la ironía, ni el optimismo saludable y contagioso que conviene deslindar de la fantasía.
A juicio de los asistentes salió más que airosa.
Y si me dejan arrimar el ascua a mi sardina, escuché con satisfacción referencias al modelo de ciudad, de mi ciudad (el otro día un reconocido colega me escribía con rabia “están destruyendo mi ciudad”), que denotan una cuidadosa reflexión al respecto. Ya fueran sobre el área metropolitana, sobre la política de vivienda social, sobre la protección patrimonial o sobre movilidad urbana o renaturalización, junto a cuestiones no menores de gestión, como la propuesta de licencia básica, conforman un proyecto sólido y muy digno de atención. Y agradecí su compromiso, sin sensiblerías añadidas, con la memoria y el legado de Rita Barberá.
Tendremos ocasión de verla en nuevos y distintos escenarios. No van a faltar sobresaltos en una campaña que se prevé a diente de perro. Pero a mí me anima y estimula que María José Catalá, atenta a las cosas pequeñas, ambicione cosas grandes para Valencia.