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El fallo (o la falla) de Soraya

Sáenz de Santamaría acusa a Casado de

Sáenz de Santamaría acusa a Casado de "dividir entre señoras"

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La lengua española tiene entre sus características la de la economía del lenguaje, esto es, decir una cosa con las menos palabras posibles. Por eso -y porque la forma presuntamente masculina no es tal en la mayoría de los casos sino genérica- tenemos la forma de hablar que tenemos y no la que se nos quiere imponer.

A Soraya Sáenz de Santamaría le pasa como al primer presidente socialista, que se le conoce más por el nombre que por el primer apellido

De ahí que el ser humano que reside sea residente (y no residenta), el que yace esté yacente (y no yacenta), el que no está sea ausente (y no ausenta), el que preside se convierta en presidente (aunque cuele lo de presidenta), y que no exista “la ser humana”. Curiosamente los contrarios a la economía del lenguaje suelen serlo sólo para el inicio de las frases -“nosotros y nosotras”- que luego prosiguen en una sola versión -”somos conocedores”, y no “somos conocedores y conocedoras”-. Impagable a título ilustrativo la parodia de José Mota sobre el ex-portavoz socialista Antonio Hernando.

La economía del lenguaje es también responsable de que en español se acostumbre a llamar a la gente por su nombre “más característico”, como dicen en el Ejército, salvo empeño en lo contrario. Por eso Zapatero no es Rodríguez, y González fue para muchos durante sus años de plenitud simplemente Felipe. A Soraya Sáenz de Santamaría le pasa como al primer presidente socialista, que se le conoce más por el nombre que por el primer apellido, en este caso larguísimo. En ambientes informales no se le llama -creo yo- “Soraya” por machismo sino por economía o incluso por cercanía o coloquialidad. Conste que yo siempre le llamo Sáenz de Santamaría (completo), igual que a Rodríguez Zapatero. Salvo en el titular de hoy.

La ex-vicepresidenta ya había dicho alguna vez que la costumbre de llamarle por su nombre era porque aún hay mucho machismo. Tira. Pero lo que me ha sorprendido es que ahora, durante la campaña para la presidencia del PP, haya hecho suyo el discurso de que el hombre que se enfrente a una mujer es poco menos que un machista.

Me ha sorprendido este argumentario en una persona que por su formación y biografía profesional no necesita recurrir al manual de género en su propio favor

No lo ha dicho así, pero yo le he oído decir que su rival, Pablo Casado, había intentando “dividir entre señoras” (por intentar captar los avales de María Dolores de Cospedal, que se ve que Sáenz de Santamaría considera que tendrían que ir de mujer a mujer). Y también le he escuchado argumentar que los compromisarios del PP han de votarle a ella porque es mujer y así España podría tener su primera presidente (presidenta). Textualmente, “España necesita y merece que una mujer sea presidenta del Gobierno” porque llevaría al país “de nuevo a la vanguardia”.

¿Eso es todo? Debo reconocer que me ha sorprendido este argumentario en una persona que por su formación y biografía profesional no necesita recurrir al manual de género (ojo, no reivindica que se le reconozca la igualdad a mujeres discriminadas, que sería lo suyo, sino que se aplica el discurso feminista a sí misma, toda una ex-vicepresidenta de Gobierno) para arrogarse un plus de género a su evidente valía frente a la de un rival que, cachis, no es mujer.


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