La vicepresidenta que deja claro a Puig lo mucho que le queda por reivindicar

La vida desde Bruselas se observa con otra perspectiva. Para alguien que ha residido 12 años en el epicentro de la Unión Europea y que, además, ha llegado a ocupar el cargo de directora general de Presupuestos, los problemas domésticos deben sonar a peccata minuta, a nimiedades.

Acostumbrada a lidiar con países y a participar en las cuitas y reivindicaciones de una población global que se aproxima a los 450 millones de personas, las pugnas autonómicas y las protestas de una región de cinco millones de habitantes revisten un carácter relativo.

Nadia Calviño, la vicepresidenta primera y ministra de Economía, tiene un pasado reciente ligado al frondoso Parc del Cinquentenaire, a las idas y venidas por la plaza Schuman o a las negociaciones y cócteles en la rue de la Loi y sus adyacentes. Está acostumbrada al cosmopolitismo europeísta de Bruselas, a los lobbys, a las conversaciones al más alto nivel de temas que implican a toda la Unión Europea.

Hablar de una mera región de un país más resulta casi rústico, simplón... siempre desde esa visión global -y a veces esnob, o lejana- bruselense. Que se lo digan al eurodiputado valenciano Esteban González Pons, afincado con gusto en la capital belga a pesar de tener un pasado político más localista. La Unión Europea es otra división.

Calviño, sin pasado en la política municipal y autonómica, se queda tan tranquila cuando habla de que el cambio de modelo de financiación está todavía "en sus preliminares"

Por ese motivo, Calviño, sin pasado en la política municipal y autonómica, se queda tan tranquila cuando habla de que el cambio de modelo de financiación está todavía "en sus preliminares". Ni tan siquiera en la propia Valencia, ha tenido palabras que muestren empatía hacia el gran objetivo que persigue contra viento y marea Ximo Puig, compañero del mismo partido que ha aupado a Nadia Calviño a la vicepresidencia.

Ella no es una política al uso. Defiende al gobierno estatal sin guiños hacia los líderes autonómicos, excesivamente alejados de su visión europolita, de la Europa de los pueblos y naciones y no tanto de las naciones y los pueblos de Europa. Como no se ha cansado de repetir este jueves durante su visita a Valencia, "otras autonomías apuestan por otro modelo". No se ha inclinado ni siquiera levemente hacia Puig a pesar de que se hallaba en el terreno del president de la Generalitat, ante su público, en la Comunidad Valenciana, con alguien que defiende sus mismos colores políticos.

La parte positiva es que no hace demagogia ni populismo. Lo deja claro. El cambio de modelo de financiación todavía está en sus preliminares, en palabras literales suyas

La parte positiva es que no hace demagogia ni populismo. Lo deja claro. El cambio de modelo de financiación todavía está en sus preliminares, en palabras literales suyas. Va para largo. Los nueve meses que dio de margen Compromís en 2019 para apoyar la investidura de Pedro Sánchez pueden convertirse en otros tantos años. Como vicepresidenta, el tema no tiene prioridad alguna para ella, centrada en los fondos europeos y en las agendas verde y digital.

Con ella Puig tiene poco que rascar en ese sentido. Deberá insistir más con María Jesús Montero, la titular de Hacienda, con un perfil mucho más político y que procede de una autonomía, la andaluza, con una problemática similar.

La vicepresidenta ha vuelto a corroborar en Valencia que aporta un marchamo de seriedad y capacidad de gestión al gobierno de Pedro Sánchez.

Calviño, eso sí, demostró su visión técnica, su capacidad como economista para manejarse entre conceptos macro que luego resultan fundamentales para lo micro. La vicepresidenta ha vuelto a corroborar en Valencia que aporta un marchamo de seriedad y capacidad de gestión al gobierno de Pedro Sánchez. Que sabe lo que hace y que no dice más de lo que cree que puede hacer.