Isla de la Sal, primera parada en Cabo Verde
Olas perfectas y cometas, infinitas playas solitarias, un paisaje lunar por explorar y su hospitalidad son razones de sobra para plantearse conocer la Isla de la Sal, en Cabo Verde.
Cabo Verde es un archipiélago situado a 600 kilómetros al oeste de Senegal que, poco a poco, ha ido reclamando su lugar como uno de los destinos más codiciados del Atlántico para los que busquen sol y playa, escapando del turismo de masas.
Es el conjunto de islas más austral y remoto de la Macaronesia, que como sabemos la forman además de Cabo Verde, las Azores, Canarias, Madeira y las islas Salvajes.
Cabo Verde está compuesto por 10 islas mayores y 5 menores y dividido entre las de Barlovento y las de Sotavento. En las primeras se encuentra la de Santo Antao, Sao Vicente, Sao Nicolau, Boa Vista y Sal y en las segundas la de Maio, Santiago, Fogo y Brava. Cada ínsula es un microcosmos diferente tanto en el apartado paisajístico como en el cultural donde el viajero descubre poco a poco este mosaico étnico de raíces africanas y europeas. Cabo Verde fue colonia portuguesa desde 1456, además de una importante parada para los barcos de esclavos que partían rumbo a América. En 1975 consiguió la independencia.
Aquí, el suave barniz de a morabeza (hospitalidad) y el sem estresse (no estrés) reciben al viajero nada más aterrizar y, más allá de clichés turísticos, son un auténtico rasgo de la idiosincrasia popular y un símbolo de esta república africana como lo es la cantante Cesária Évora.
Pero, “¿por qué se llama Cabo Verde?”, se preguntará el viajero cuando sobrevuela estas islas. El nombre lo escogieron los portugueses al divisar por primera vez las islas, por la frondosidad del paisaje, que contrastaba con sus rocas volcánicas.
Sal, gran opción para nuestro primer viaje a Cabo Verde
Si tuviéramos que elegir una de las islas en nuestra primera visita a este archipiélago, situado en el extremo más occidental del continente africano, a la altura de la ciudad de Dakar, en Senegal, nos decantaríamos por la Isla de Sal. Veamos por qué.
La meca del kitesurf
Sal es un desierto rodeado por 122 kilómetros de playas de agua cristalina, arena blanca y olas tubulares sobre arrecifes. Hablamos de una de las nuevas mecas del windsurf que atrae, entre octubre y abril cada año, a miles de deportistas dispuestos a domar los vientos y las ondas de la isla. Es sede de una de las pruebas del campeonato del mundo de kitesurf.
El primero en marcar este camino fue el famoso kitesurfista local Mitu Monteiro, cuatro veces campeón del mundo y mejor embajador de la isla de Sal en el apartado deportivo. Su santuario es la playa de Ponta Preta, junto a la de Santa María, Kite Beach y Ponta Lemes, los mejores spots del lugar para quien quiera explorarlo tabla y cometa en mano.
Un paisaje lunar
Quien planee su viaje a Cabo Verde pensará en un vergel tropical envuelto por la bruma, pero no es el caso de Sal. Sí lo es de algunas de sus islas, pero como ocurre tanto en Canarias como aquí, las más desérticas están bendecidas por el mejor clima y las mejores playas. En Sal, además de su litoral, merece la pena adentrarse en su interior para descubrir un paisaje remoto y árido, esculpido por barrancos, dunas, páramos y llanuras. ¿Cómo hacerlo? En buggie, o pequeño vehículo 4x4 para pilotar a toda velocidad por los caminos solitarios y polvorientos que conducen desde la Serra Negra hasta Ponta Preta pasando por la Buracona. La empresa No Limits Adventure ofrece todo tipo de rutas.
El tesoro de Buracona
Al noroeste de la isla, más allá del famoso espejismo de Terra Boa o la ilusión óptica de ver el mar en mitad del desierto, buscamos la Bahía de Buracona. Esta zona de calas, piscinas naturales, arrecifes y acantilados bajos de oscura roca volcánica guarda la principal atracción turística de la isla de Sal.
El Olho Azul se esconde como una pequeña cueva marítima que los rayos de sol muestran su intenso color turquesa para maravillar a los viajeros que esperan en la cola. La entrada a este entorno cuesta 3 euros y forma parte del Paisaje Protegido Buracona-Ragona, que abarca toda la costa entre el puerto de Palmeira, Ponta Preta y el Monte Leste.
La esencia criolla
¿Una ciudad en Sal? Sin duda, por delante de Espargos (la capital) y Palmeira, proponemos Santa María. Es el mejor punto para tratar de captar la esencia de esta isla tranquila y animada, marinera y bohemia y africana y europea a partes iguales. Su corazón late entre el Pontão, o muelle de pescadores, y la calle Ildo Lobo, donde se concentran buena parte de las tiendas de artesanía, mercados y restaurantes además de los pubs y locales que le otorgan la fama canalla y bailona de esta localidad de 15.000 habitantes.
Esta avenida colorida lleva su nombre en honor al famoso cantante de morna, Ildo Lobo. Este estilo musical es, junto al funaná o el zouk, el más tradicional de Cabo Verde y lo bailan tando jóvenes como mayores. ¿Dónde? En el Pub Calema o el restaurante Funaná, con música en directo. Pero no podemos hablar de música de Cabo Verde y no hablar de Cesária Évora, la cantante más internacional que aparece hasta en los billetes de Escudo caboverdiano.
El cambio, por cierto, sería de aproximadamente 1 euro por cada 110 escudos.
Del Pontão a la mesa
La cachupa es el plato tradicional del destino, equivalente a un estofado de legumbres, aunque lo más común en Sal es degustar los manjares que llegan del mar. Atún, marlín, barracuda, serviola, pez vela, cracas (percebes) o la típica garopa (mero) son las especies más comunes de encontrar en el Pontão.
Hablamos del lugar más emblemático de Santa María, un estrecho malecón de madera donde los marineros descargan su pescado mientras otros lo trocean y cortan, las mujeres lo limpian en palanganas y los niños se zambullen entre risas y bromas. Un equilibrio entre lo laborioso y el jolgorio que no cesa nunca.
¿Dónde comer? En el restaurante Cam´s, en el Café Criolo o en el Odjo d´Agua, un histórico hotel con piscina infinity y culto a la gastronomía caboverdiana.
Un universo submarino
Desde o pontão también parten los veleros en su travesía para bordear la isla parando en playas, acantilados y cuevas solo accesibles por mar. Pero además de las rutas de navegación, el kitesurf o la pesca deportiva en su modalidad de jigging, el buceo es de las actividades marítimas más populares de Sal.
El archipiélago de Cabo Verde se encuentra en un punto de confluencia de corrientes oceánicas que lo dotan de una gran biodiversidad submarina. En este ecosistema de corales atlánticos y arrecifes volcánicos aparecen barcos hundidos además de galerías subacuáticas para bucear entre mantas, tortugas, langostas, morenas o delfines. ¿Tiburones? También, pero sobre todo en Shark Bay.
En la costa este descubrimos esta bahía plagada de pequeños tiburones limón que se acercan a la orilla para indagar entre los turistas y los guías que los atraen con carnada. Otra actividad muy popular en la isla en este apartado es la de contemplar el desove de la tortuga boba (caretta caretta) durante la noche o la eclosión de los huevos. Cabo Verde y en particular Sal es el principal destino de esta especie amenazada del mundo.
Salinas en el desierto
Muy cerca de Shark Bay, al norte, se localizan las salinas de Pedra de Lume. Son las que dan nombre a esta isla y están situadas en el interior de un cráter a tres metros por debajo del nivel del mar. Desde 1833 se extraía este producto que se transportaba hasta la costa empleando las grandes torres de madera conectadas que aún se conservan en este páramo solitario.
Las salinas de Pedra de Lume son una de las siete maravillas naturales del archipiélago de Cabo Verde y se encuentran en la Lista Indicativa del Patrimonio de la Humanidad del año 2016. Desde hace décadas están en desuso y forman parte del paisaje interior de la isla, donde acuden los turistas para bañarse en sus pozas y embadurnarse con sus barros. Entrada 5 euros.
Desafío al vértigo en Serra Negra
Los amantes de la adrenalina y los que no teman el vértigo subirán hasta lo alto de la Serra Negra, en la Ponta da Fragata. Desde este icónico mirador donde se contempla la totalidad de la isla, la empresa Zipline Cabo Verde permite lanzarse en tirolina hasta llegar al nivel del mar. La actividad tiene un precio de 45 euros y el recorrido en tirolina cerca de 500 metros. Incluye el traslado hasta la base del volcán desde donde habrá que subir caminando para esperar nuestro turno y lanzarnos al vacío mientras disfrutamos de este paisaje donde el desierto y el mar cristalino se encuentran.
Guía de Viaje: cómo llegar y dónde dormir
“Cabo Verde combina el clima apacible todo el año de un destino de sol y playa como puede ser el Caribe con el exotismo de un destino africano”. Son palabras del equipo de Soltour, turoperador español que ofrece vuelos directos cada semana en temporada estival desde Madrid a la isla de Sal, y que ha abierto este año un viaje exclusivo para celebrar fin de año en esta isla, saliendo de Vitoria.
Para dormir, nos decantamos por cadenas españolas como Meliá que cuenta en la isla con cuatro hoteles de cinco estrellas. Por ejemplo, el resort Meliá Llana es una propuesta que plantea Soltour para los amantes del lujo con todo incluido en un hotel de cinco estrellas escondido en el entorno virgen cercano a la playa de Ponta Preta.
Otra propuesta de alojamiento que ofrece Soltour viene de la mano de la cadena RIU, que ofrece tres hoteles de cinco estrellas en la isla, dos de ellos para familias y un tercero para uso exclusivo de adultos.
“Es un país increíble, con magníficos paisajes y una cultura única”, como explica Encarna Jiménez, directora de producto de Soltour. “Por eso hemos apostado por este destino desconocido para el turista español". Esta marca, referente en turismo de sol y playa en España y Portugal, ha convertido la isla de Sal en uno de sus nuevos estandartes. ¿La razón? “Sus extensas playas de arena blanca, aguas cálidas y cristalinas, gastronomía de calidad y las salinas en una isla situada a tan solo cuatro horas en avión”, comenta Encarna. Los paquetes turísticos de Soltour incluyen el alojamiento en hotel y seguro de viaje, lo que simplifica enormemente la organización del viaje, para así centrarnos en lo que importa: descansar y disfrutar.
Un país increíble, con magníficos paisajes y una cultura única