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Irene Montero en la campaña vasca
Irene Montero en la campaña vasca

Irene Montero ante el precipicio: Iglesias convierte Podemos en el "tonto útil"

Los morados, primera fuerza en las vascas de 2016, desaparecen para engordar las urnas de Bildu. En Galicia lo hicieron con el BNG. Y su electorado catalán busca nuevo refugio en ERC y CUP.

| Enrique Martínez España

Pocas veces -tal vez la única comparable fue el Cs de Albert Rivera-, una cúpula dilapida tan brutalmente el capital político de su partido. El Podemos de Pablo Iglesias fue la primera fuerza en las autonómicas vascas de 2016. 8 años después, desaparece del mapa.

Las elecciones en el País Vasco han sido otra prueba de fuego para la cúpula morada, prueba de la que ha salido, de nuevo, achicharrado, perdiendo su representación (6 escaños obtenidos en 2020), en una cadena de citas con las urnas en las que el partido fundado por Iglesias no levanta cabeza a la espera de las elecciones europeas de junio, donde los podemitas aspiran a remontar y sacar eurodiputados aprovechando, eso sí, que el sistema electoral -toda España es una circunscripción- le beneficia.

Sin embargo, el País Vasco ha encendido la alarma, no sólo por el hecho de volverse a quedar sin representación, sino además por la constatación de una evidencia que puede pasar una factura letal en las elecciones europeas: los partidos independentistas radicales beben de los votantes que en su día tuvo Podemos. Y el País Vasco ha sido la muestra perfecta.

 

La candidata de Podemos a lendakari, Miren Gorrotxategui (segunda por la izquierda), dio la "cantada" el día reflexión.

 

Entre otras cuestiones, Podemos desaparece del Parlamento Vasco donde tenía 6 escaños, justo los mismos diputados que ha ganado Bildu. En votos, los de Arnaldo Otegi suben 4,5 puntos mientras que los podemitas se han dejado 6 puntos hasta caer a un irrelevante 2,2% de los votos. Fue precisamente el País Vasco la única región donde en unas generales ganó en su día Podemos. Hoy todo ese sustrato antisistema se ha ido a Bildu -que ganó las generales y ha empatado con el PNV las autonómicas- y los podemitas no han podido rascar ni uno o dos escaños para salvar la cara.

Pocas veces -tal vez la única comparable fue el Cs de Albert Rivera-, una cúpula dilapida tan brutalmente el capital político de su partido. El Podemos de Pablo Iglesias fue la primera fuerza en las autonómicas vascas de 2016. 8 años después, desaparece del mapa.

Fundadores de Podemos como Juan Carlos Monedero atribuían el éxito de Bildu en parte a beber del voto de Podemos. El problema es que esto se está extendiendo por toda España, no sólo en el País Vasco. Para muestra, Galicia donde Podemos con las Mareas logró ser segunda fuerza por delante del PSOE y el BNG y hoy está desaparecido recogiendo el BNG todos esos escaños.

O lo que pueda pasar en Cataluña, donde Podemos ni siquiera va a presentarse dejando vía libre a ERC y a los Comuns, que van con un Sumar en decadencia.

De cara a las elecciones europeas, donde Podemos espera su resurrección o será la muerte definitiva del proyecto, partidos como Bildu, ERC o el BNG, más Sumar y lo que haga IU, pueden restar a la candidatura de Irene Montero los votos clave para sacar el eurodiputado. El independentismo ha fagocitado a Podemos, que tanto simpatizaba con ellos, convertida en Galicia y en el País Vasco en su tonto útil.