Gustavo Guillermo, de joyita informativa a friki de cuarta: sus errores de bulto
El exchófer de Teresa Campos tiene mucho que contar. Lo está haciendo tan mal que empieza a dar pena o rechazo. Cada que vez que aparece en un programa pierde un punto y Borrego se lo come.
El que fuera mano derecha de está opositando para ser una gran persona de cuarta. De los frikis. Gustavo Guillermo quiere estar pero no sabe en calidad de qué.se lo come. Y con razón aparente. Sin ella en la verdad. El chófer tiene mucho que contar. Lo está haciendo tan mal que empieza a dar pena o rechazo. Cada que vez que aparece en un programa de televisión pierde un punto. Nada que ver con su primera intervención en la revista Semana con la exclusiva donde desenmascaraba a Edmundo Arrocet. Aquello y esto son dos mundos distintos. Gustavo tiene miedo y cobardía. O mezcla de los dos. Quizás los medios de comunicación le han quedado demasiado grandes. Malos consejeros. Un representante no es un amigo. A no ser que seas Paz Padilla con el suyo. Eso pasa cada cien años.
Gustavo Guillermo mete la pata constantemente. Llegará el día que aún siendo sabedor de muchos secretos, el público ya no se lo creerá. Es verdad pero empieza a no ser verosímil. Al principio el juego de lanzar y después recular podría valer. Ya no. Es cansino. Parece el personaje terciario de la época deEmpleados que aparecían por los programa de televisión contando que la extensa relación laboral entre las dos partes era de muchos años y tan sólo había asistido el posible empleado a la entrevista de acceso al puesto laboral. No es el caso. Lo aparenta.
El “tercer” hijo de Teresa Campos se confunde. Lo hizo el pasado 7 de abril en el programa Fiesta que presenta Emma García. Hace dos semanas se presentó para desvelar grandes historias de la familia y no dijo nada. Ni la verdad. Estaba previsto que dijera que José María Borrego dijese que no había visitado a su abuela durante la enfermedad. Entre bambalinas. En directo dijo que habían sido dos veces. No me quiero imaginar cómo puedo reaccionar la dirección del programa al escuchar la mentira. El pasado viernes lo volvió a hacer en el programa TardeAR. Anunciaba grandes titulares. Nada del verbo “nadar”. No contento, este lunes tarde lo volvía a hacer en el mismo programa.
En el plató con Ana Rosa Quintana. Se rió del programa. De un aperitivo en un bar a no decir nada. Carmen Borrego no cuenta la verdad de lo que pasó en su casa. Mucho no conoce. La mentira, miedo o temor de Gustavo Guillermo y su actitud harán que lo de La Borrego parezca verosímil.
El exchófer tendrá los dios contados si no cambia de actitud, posición y valentía. Es cuestión suya. De nadie más. Se queda solo. Y no es cuestión de bandos. Es de verdad.