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La estrategia 'atrapalotodo' de Compromís que puede acabar de hundir a Podemos

La coalición compromisaria ha visto claro el punto débil del partido menos votado del Botànic II, con el que comparte nicho electoral y al que ya le está arrebatando su penúltima bandera

Los portavoces de Compromís van ahondar en la diferenciación de la "proyectos transformadores de proximidad"

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H. G.

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Compromís lo ha acabado de ver claro. Lo que el lunes era una intuición de que el modelo a seguir es el del BNG, sobre todo, y, en cuanto a estrategia electoral, también el de Bildu, a lo largo de esta semana lo ha focalizado. Mónica Oltra, una de las tres portavoces de la coalición compromisaria en su calidad de referente de la aportación de Iniciativa, lo ha definido como "proyectos transformadores de proximidad".

En la práctica se trata de diferenciarse del resto de partidos del mismo espectro ideológico, del similar o incluso del contrario si es de cara al votante que funciona más por tendencias o impulsos que por ideología. Consiste en distinguirse precisamente por esa línea local. Y, sobre todo, en potenciar esa diferenciación.

Como lo han hecho BNG y Bildu respecto de PSOE y Unidas Podemos, por mucho que estos dos tuvieran sus marcas autonómicas con espíritu camaleónico, como las tienen en la Comunidad Valenciana. Pero no son exclusivamente regionales, como las coaliciones gallega o vasca (si no tenemos en cuenta la expansión a Navarra en el caso de Bildu) que han despuntado en los últimos comicios.

Para ello, las dos formaciones triunfadoras el 12J acapararon un voto versátil y un público que los contempla como un partido local y que iza las banderas de temas de moda, que en la actualidad generan simpatía, como ecologismo, feminismo, defensa de una más amplia heterogeneidad sexual, nacionalismo de difuso radicalismo y un largo etcétera de ismos que gozan socialmente de connotaciones positivas.

Coaliciones ´atrapalotodo´

Se trata, como bien sabe Compromís porque aplicó esa estrategia en 2015 y le salió bien, de acaparar y potenciar todo lo que esté de moda, de partido ´atrapalotodo´ dentro de unos límites más holgados de los habituales. Y de convertirse en adalides de cualquier causa de moda que puedan estrujar entre sus márgenes ideológicos.

Un ejemplo de esta misma semana: el republicanismo creciente como consecuencia del desprestigio de la figura del Rey emérito. Sí, Compromís ha coqueteado con esa cuestión durante años. No obstante, ha sido esta semana cuando ha salido día sí y día también a defenderla y a competir en el liderazgo de poner en entredicho la monarquía con Unidas Podemos. Como mínimo en el ámbito valenciano.

En la práctica la estrategia consiste en convertirse en el catalizador de las nuevas tendencias que generan un impulso del electorado y, en consecuencia, un voto impulsivo. Y de debilitar a un partido ya tocado, como Unides Podem en el ámbito valenciano, que compite directamente casi por el mismo elector. Una porción importante de votantes de Podemos podría perfectamente escoger la papeleta de Compromís. Como lo hicieron muchos del BGN en Galicia y de Bildu en el País Vasco.

El paso inicial de Sandra Gómez

A esa nueva tendencia creciente del republicanismo se aproximó la portavoz del PSPV-PSOE en el Ayuntamiento de Valencia, Sandra Gómez, a principios de mes con un artículo de opinión. No obstante, como en otras muchas cuestiones, no ahondó. Se anticipó, pero no ha continuado. Y Compromís sí que ha sabido ver la captura de la bandera antimonárquica de Podemos como objetivo.

El tema de la monarquía lleva años generando una controversia tácita, libera discrepancias, pero hasta ahora no había sido puesta tan en entredicho debido a la conducta del Rey emérito, que la ha alimentado. Y saberlo capitalizar puede arrastrar a un electorado más amplio, que comparta esa crítica aunque en el pasado no se identificara con Compromís.

Por otro lado, la coalición compromisaria se siente muy cómoda realizando campañas por causas populares, reivindicativas, que distraigan la atención de cuestiones más importantes en la práctica, como la gestión de la pandemia, en la que la vicepresidenta y el resto de consellers de esta cooperativa de partidos, como la califica el president de Les Corts, Enric Morera, no han destacado precisamente por su omnipresencia o por una labor que haya concitado el calificativo de eficaz.

Las diferencias con el contexto de Galicia y el País Vasco

No obstante, existe una notable diferencia entre Galicia, País Vasco y Comunidad Valenciana que puede perjudicar a Compromís y que precisamente la síndica de Unides Podem, Naira Davó, se ocupaba destacar para eximir a la filial valenciana de la caída de su partido.

Ni BNG ni Bildu gobiernan en sus comunidades. No se han marchitado por la gestión. Emergen como lo hizo Compromís en 2015, cuando triplicó su representación en Les Corts o en el Ayuntamiento de Valencia. Arremetió con su ariete crítico contra un PP en decadencia y logró aunar mucho voto de descontento y que apostaba por un partido fresco, que generara simpatía e ilusión.

De eso ya hace más de un lustro, el tiempo que Joan Ribó lleva como alcalde de Valencia y Mónica Oltra como vicepresidenta del Consell. Ya no están inmaculados en la gestión. Han tenido tiempo para cumplir promesas o decepcionar expectativas. No son novedad, aunque se aferren a los temas que están de moda, se adapten a las nuevas tendencias e incluso consigan que algunas de las que impulsan estén en boga. Pero los cambios de peinado o de estilo en la vestimenta, según como sean, no sientan igual a unas edades que a otras. Y puede chirriar o sorprender más entre conocidos y amigos si contrastan demasiado con su personalidad.

Y otra diferencia: BNG y Bildu han cambiado de liderazgo. Las ideas vendidas como nuevas son más creíbles con otros rostros que las representen. En Compromís las dos generaciones que se solapan en el grupo, las que lo dirigen de facto y las que aspiran a liderarlo, no son nuevas. Ambas comparten gobierno en la actualidad y cargos institucionales. No significan una metamorfosis real.

Por tanto, Compromís ya está ahondando en la estrategia atrapalotodo por la izquierda y el localismo para engullir a Unides Podem -aunque este partido confía demasiado en que su último estandarte propio, el de la nueva ley de la vivienda, pueda salvarle de la debacle valenciana-.

No obstante, le falta pulir los dos puntos que le diferencian con las coaliciones a las que quiere emular en Galicia y País Vasco: que tiene el desgaste del gobierno y que sus líderes no son nuevos.

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