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El PP culpa a un "hombre de Gallardón" del estallido del caso Barberá en campaña

"Esto nunca le sucederá al PSOE", se escucha entre los populares, que aún no se creen cómo otra vez un juzgado marca su agenda electoral mientras al PSOE le retrasan los EREs hasta octubre.

El presidente del Supremo jura su cargo. En el acto, Rajoy y Gallardón

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"Estas cosas sólo nos pasan a nosotros. Esto, desde luego, nunca le sucederá al PSOE". Esta reflexión, en conversación con ESdiario, de un veterano dirigente del PP que ejerció responsabilidades destacadas en el Ministerio de Justicia refleja bien a las claras el estado de desánimo e indignación que se ha instalado desde el martes en buena parte de la dirección del PP tras el "estallido" descontrolado del caso Barberá en plena campaña electoral en el País Vasco y Galicia.

Una indignación -la que sacude los altos despachos de la sede de Génova- que contrasta con el optimismo que, en los días previos, se había instalado entre los populares. El sondeo del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) había certificado la pasada semana tres balones de oxígeno para Rajoy: el PP parece encaminado a ratificar la mayoría absoluta de Alberto Nuñez Feijóo en Galicia, el escenario vasco abre un panorama de necesarias alianzas para el PNV que puede desatascar el bloqueo en el Congreso y, todo apunta en ese sentido, el escrutinio de la noche del 25-S podría certificar el fin de la carrera política de Pedro Sánchez al frente del PSOE.

¡Cuidado, que vienen los nuestros!

Esa oleada de indignación que recorre en las últimas horas sobre todo a ese sector del PP absolutamente distanciado de la etapa histórica que acogió los casos de corrupción que ahora se dirimen -especialmente los jóvenes vicesecretarios y los candidatos Alfonso Alonso y Alberto Núñez Feijóo- se suma a la perplejidad que estos dirigentes están evitando manifestar en público. Por que la apertura de un auto de investigación -antes imputación- sobrevolaba amenazante desde hace al menos ocho meses.

En Génova se recuerda la celeridad con la que la dirección popular actuó y fue llamando uno a uno a los concejales de Barberá que habían sido imputados previamente, el pasado 1 de febrero, por el "caso Taula", hasta dejar la representación del PP en el Ayuntamiento de Valencia reducida a la mínima expresión. Y cómo los estrategas electorales de Alonso y Feijóo habían reclamado, de manera informal, garantías de que el Gobierno manejaría los tiempos de la posible imputación de la exalcadesa y ahora senadora. Los sondeos del PP gallego revelaban que sólo un enemigo externo podía frenar el camino de Feijóo a la reelección.

Al presidente del TS se le reprocha la irrupción de la tercera institución del Estado en plena campaña

Todas las miradas están fijadas ahora en el presidente del Tribunal Supremo, Carlos Lesmes. Ahora se recuerda, y se lamenta, que su nombramiento fue una apuesta "personalísima" del ex ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón, frente a otras propuestas que manejaba el entorno del Palacio de La Moncloa. Lesmes se impuso a la magistrada "progresista" Pilar Teso Gamella. Se da la circunstancia de que Teso fue propuesta por la vocal del CGPJ Clara Martínez, esposa de ex fiscal general con Zapatero, Cándido Conde-Pumpido. Éste último, ahora magistrado del Supremo, será el encargado de instruir la causa e interrogar a Barberá.

Fuentes populares ironizan ahora con la forma en la que la izquierda judicial ligada al PSOE recibió el nombramiento de Lesmes al frente de la tercera institución del Estado. Y todo por que a lo largo de sus 30 años de carrera en el Poder Judicial el hoy presidente del Supremo fue alto cargo de los gobiernos de José María Aznar. Director general de Objeción de Conciencia en el Ministerio de Justicia en mayo de 1996 y director general de Relaciones con la Administración de Justicia, en mayo de 2000.

Lo que se censura ahora desde las filas de ese sector del PP "estupefacto" es que Lesmes no haya garantizado un principio de neutralidad que el Supremo ha respetado de forma tradicional, el de no irrumpir en las campañas electorales con decisiones que no reclaman una indudable urgencia procesal. Es decir, dado la prolongación en el tiempo del "caso Taula", el Supremo podría haber anunciado el auto contra la exalcaldesa de Valencia hace una semana o dentro de otra. Por contra el juez de los EREs, como desveló ESdiario, ha pospuesto la entrega de las conclusiones por parte de las acusaciones personadas en el caso contra Manuel Chaves, José Antonio Griñán y otros 24 exaltos cargos de la Junta. Todo para que no le estallen al PSOE en campaña.

La indignación en el PP, verbalizada públicamente tan sólo por la diputada Celia Villalobos, apunta también a la presencia en este caso del ex fiscal general socialista, Cándido Conde-Pumpido. No se discute su legitimidad, el sumario ha recaído en sus manos por turno, pero no se entiende que ninguna voz autorizada del partido haya puesto voz a la contradicción que supone que un magistrado que se significó tanto en la investigación de los casos que afectan a los populares no se abstenga ahora de formar parte de la causa.

En el estado de conspiración permanente por el que atraviesan los populares en los últimos días a raíz del "caso Soria", las miradas también están puestas en el papel del ministro de Justicia, Rafael Catalá, hombre de probada fidelidad a la vicepresidenta Soraya Saénz de Santamaría. Y un diputado lo explica, mordaz, a ESdiario: "Esto a Rubalcaba, Bermejo o López Aguilar... no le habría pasado, ni de coña".

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