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Cisma en La Moncloa: Soria acusa a Soraya de urdir una conspiración contra él

El exministro de Industria se considera víctima de una operación diseñada por algunos de sus compañeros, dadas sus posibilidades de ascender a vicepresidente en un segundo Gobierno de Rajoy.

La vicepresidenta junto a Soria.

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De posible futuro y flamante vicepresidente económico del Gobierno a prejubilado de la política anticipadamente. En pocas horas, horas de vértigo eso sí, José Manuel Soria ha arruinado su carrera, una trayectoria que se remonta a más de veinte años en la administración local, autonómica y nacional. Tras una sorprendente carrera de errores, giros y mentiras, la presencia del nombre del ya exministro de Industria y Turismo en los papeles de Panamá le ha pasado una factura imposible de afrontar. La aparición este jueves de una nueva empresa de Soria en la Isla de Jersey, reputado paraíso fiscal, provocó que a primera hora de este viernes el presidente hiciera caer a su ministro y amigo personal.

A falta de las explicaciones del político canario, que habrá pocas y confusas, la caída de José Manuel Soria lleva acarreada una intrahistoria ligada a sus ambiciones de futuro. De hecho, su entorno le considera víctima de una conspiración nacida en el seno del propio Gobierno y del PP, según ha podido constatar ESdiario.

La historia es la siguiente: cuando hace meses el titular de Economía, Luis de Guindos, anunció su intención de no seguir en el cargo en un muy previsible segundo mandato, Soria se creyó heredero natural de uno de los puestos más codiciados del Ejecutivo. Pensaba que era el idóneo por tres razones.

Ha sabido cultivar las relaciones

Primero, su amistad con el presidente. Segundo, el hecho de haber cultivado durante estos cuatros años una estrechísima relación con los principales empresarios del IBEX, el motor de la economía española.

La tercera razón no es menor. Creía Soria que el haber realizado numerosos viajes internacionales de carácter empresarial con el Rey, primero Juan Carlos I y luego Felipe VI, le convertía en interlocutor privilegiado con Zarzuela y con los principales mandatarios internacionales.

Sin embargo, un sector importante del Gobierno tenía otros planes bien distintos. En la preparación del postmarianismo, se consideraba mucho más apto para una posible Vicepresidencia económica un perfil más tecnócrata. En las quinielas, por ejemplo, se ha situado en varias ocasiones al actual jefe de la Oficina Económica de La Moncloa, Álvaro Nadal, hombre de probada fidelidad a la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría.

El entorno de Soria ve una mano negra tras la difusión de las informaciones sobre sus presencia en empresas vinculadas a paraísos como Panamá, Bahamas y Jersey, y en otra firma radicada en Londres. Y es en la gestión de esta crisis donde Soria ha encontrado su tumba política. Ni siquiera en la noche de este jueves, cuando se difundió la información sobre Jersey, fue el todavía ministro capaz de garantizar que no aparecieran durante el fin de semana nuevas exclusivas comprometedoras. Y todo, además, con la vista puesta en la cita que Soria tenía este lunes en el Congreso. Ni Gobierno ni PP, como adelantó este diario, querían esa comparecencia. Ni se fiaban de las versiones del ministro, ni encontraban argumentos para su defensa.

En la noche de este jueves en La Moncloa se dispararon todas las alarmas. Pese a la nueva información, Soria seguía siendo reacio a renunciar a sus funciones, quería refugiarse el fin de semana en Canarias para, junto con su abogado, tratar de reunir pruebas y documentos en su descargo, y pretendía acudir el lunes al Congreso para lavar su deteriorada imagen. De hecho, aunque el PP daba ya por amortizada su carrera política, no descartaba repetir como cabeza de lista por Las Palmas en las previsibles nuevas elecciones de junio.

Moncloa y Génova, en cambio, fueron rápidamente conscientes de que la cita del lunes en la Comisión de Industria se iba a convertir en el primer mitin de la precampaña con las televisiones en directo certificando la defunción política de Soria, la soledad de PP y la unidad de acción de PSOE, Ciudadanos y Podemos, junto al resto de las fuerzas de izquierda y nacionalistas del Congreso. Nada positivo a escasos días de que el Rey vuelva a recibir a los portavoces parlamentarios y de que Mariano Rajoy pueda intentar contactar con el líder de PSOE, Pedro Sánchez. Soria entrega su cabeza, el PP descansa aliviado.