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Salta la sorpresa en el PP: Cospedal duda si presentarse en Castilla-La Mancha

Una vez resuelto el trámite del 18 Congreso Nacional, el PP se afana ahora en poner a punto sus direcciones regionales. Debate, renovación y unidad son las consignas de 'Génova 13'.

Cospedal, junto a los líderes territoriales del PP, en un acto en Bilbao.

Publicado por
Antonio Martín Beaumont

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Solventado el trámite de su reciente 18 Congreso Nacional, el PP se dispone ahora a celebrar sus respectivos congresos regionales. A Mariano Rajoy y María Dolores de Cospedal les gustaría que sus desarrollos se asentaran bajo tres principios: renovación, máximo debate programático y estratégico y unidad. Claro.

Génova 13 busca que, donde sea posible -sin "cercenar" en ningún caso el debate, según recalcan fuentes de la dirección popular-, a los cónclaves regionales concurran candidaturas de consenso. Debatir para llegar a acuerdos es la cultura que siempre ha imperado dentro de la familia popular.

El objetivo no puede ser más evidente, poner a punto al PP en cada comunidad autónoma para recuperar el voto perdido que en mayo de 2015 provocó que los populares vieran esfumarse todas sus mayorías absolutas y se perdieran, pese a ser la lista más votada, los gobiernos de Cantabria, Asturias, Castilla-La Mancha, Baleares, Valencia, Aragón y Extremadura.

Rajoy y Cospedal -así lo han demostrado en el Congreso Nacional- son conscientes de que en los tiempos de la "nueva política" las propias bases del PP reclaman debates abiertos y una fluida comunicación "de arriba a abajo y de abajo a arriba". Pero ambos conocen también de los riesgos del modelo asambleario que algunos partidos desearían imponerles. Lo ocurrido recientemente en el PSOE y en Podemos son un buen ejemplo de una fórmula que hace años fue superada por el centroderecha en España.

Así que dos años después de la "amarga victoria", los del charrán, afrontan su plan renove regional. Las cosas son bien distintas. Reforzados electoralmente el 26J, con un PSOE desangrado y un Podemos dividido y enfrentado, el Partido Popular se prepara para dar la batalla para recuperar el poder territorial perdido. Para ello, como es la práctica casi habitual en los de Génova, se pretende que en aquellas autonomías donde gobierna el partido el presidente regional de la formación, sea quien presida la Comunidad. Salvo en el caso de La Rioja.

Barones históricos como Luisa Fernanda Rudí o Pedro Sanz han dado muestras de generosidad al dar un paso al lado

Vayamos por partes. En Madrid, con la presidenta Cristina Cifuentes ya en liza, queda por despejar si el aguirrismo (curiosamente sin Esperanza Aguirre al frente de las maniobras) afronta una suicida batalla interna.

No parece, desde luego, dado el entusiasmo que ha despertado entre los afiliados el paso adelante de Cifuentes para someterse a las primarias que la llevarían a continuar presidiendo el PP de Madrid, que ese salto al vacío que (muy pocos) pergeñan en cenáculos, sea algo más que operaciones por el deseo de dejar constancia de un tiempo que ya pasó o, en todo caso, para buscarse unos exiguos huecos en la lista de Cifuentes.

Asumiendo la petición del propio Rajoy para que entre sus barones hubiera generosidad para facilitar la renovación, algunos históricos dirigentes del PP han mostrado su disposición para hacerse a un lado. En Aragón, Luisa Fernanda Rudi afirma que su tiempo ha pasado. Bravo por ella. Allí se dará paso, casi con total seguridad, al presidente provincial de Zaragoza y alcalde de Tarazona, Luis María Beamonte.

En La Rioja, hará lo mismo Pedro Sanz. Tampoco el actual presidente autonómico, José Ignacio Ceniceros, tiene mayores aspiraciones. Así que el camino queda expedito para que sólo haya una lista encabezada por la alcaldesa de Logroño, Cuca Gamarra.

En Castilla y León, pese a algunos amagos, gana enteros la continuidad de Juan Vicente Herrera, un valor siempre seguro para los populares. Si no lo hiciera, en el banquillo esperan el alcalde de Salamanca Alfonso Fernández Mañueco y el alcalde de León, Antonio Silván, ambos procuradores y en disposición de relevar a Herrera al frente de la Junta de Castilla y León cuando el propio presidente decida que ha llegado el momento.

Cospedal sigue deshojando la margarita

En Castilla-La Mancha, pese a que todos en el partido desearían su continuidad, María Dolores de Cospedal todavía no ha tomado una decisión. Ni sí ni no: "Haré lo mejor para mi partido", dice. Y en esas está, de momento. Su decisión definitiva, de cualquier forma, llegará en unos días.

En Extremadura, al contrario, José Antonio Monago no tiene dudas. Quiere seguir y cuenta además con el respaldo mayoritario de los suyos. Y situación similar presenta el PP catalán, en el que pocos dudan hoy sobre la continuidad de Xavier García-Albiol.

Albiol garantiza un mensaje inequívoco y representa además el baluarte ideológico que los votantes populares reclaman en este momento crucial ante la ofensiva independentista del antiguo nacionalismo moderado de la mano de Esquerra y los antisistema de la CUP.

En Baleares, como ha sido tradición, regresa el clásico debate entre las dos almas del PP, la catalanista y la regionalista. La segunda opción la abandera el expresidente José Ramón Bauza. La primera, con el vidrioso primer corrupto expulsado del partido, Gabriel Cañellas, cada vez más presente, la enarbola quien fuera consejero de Bauzá, Biel Company. Habrá batalla.