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Casado necesita fidelizar a los votantes del PSOE que apoyaron a Ayuso

El presidente del PP sabe que para culminar el "cambio de ciclo" que proclama estos días no basta con absorber a Cs, sino también placar a Vox y pegar un buen mordisco electoral al PSOE.

Pablo Casado, esta semana en el Congreso

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Pablo sabe bien que lo suyo no es cosas de días. Es una carrera de fondo, no de velocidad. Pedro Sánchez es un resistente y, aunque ahora las cosas pintan bastos para él, y la recuperación económica -que llegará- le volverán a poner en la pista de despegue.

Otra cosa es que logre despegar, porque si algo ha demostrado sobradamente es que, para mantenerse en el poder, lo suyo no es gestionar, sino las acciones de propaganda. En este Gobierno la inutilidad es obsesiva.

Iván Redondo -me lo decía alguien que conoce bien al gran gurú monclovita- es un buen estratega para llevar a la gente a mandar, pero luego todos sus patrocinados han perdido el cargo. Parece que la gobernanza del día a día no es su fuerte.

Así le ocurrió al "spin doctor" presidencial con Xavi García Albiol en Badalona y con José Antonio Monago en Extremadura. Ambos dejaron, uno la alcaldía y el otro la presidencia autonómica, en cuanto volvieron a abrirse las urnas.



La experiencia anterior con el presidente del PP vasco, Antonio Basagoiti, llevó a su asesorado a dejar la política. Con Sánchez, al menos por el momento, sigue esos mismos pasos erráticos que apartan a un político del fervor popular que le llevó a estar en la cresta de la ola.

La victoria arrolladora de Isabel Díaz el 4-M ha tenido el efecto de poner de nuevo a Casado en situación ventajosa. La decisión de la presidenta de Madrid de anticipar las elecciones salvó al presidente del PP.

Es evidente: las urnas de Madrid han confirmado los pasos hacia una refundación del centro-derecha

Si la baronesa madrileña no hubiese estado ágil de reflejos y se hubiera consumado la moción de censura pergeñada por el equipo de Sánchez utilizando la debilidad de Inés Arrimadas, habrían caído en cascada Madrid, Castilla y León y Andalucía. Ni Murcia se hubiere salvado. Hoy Casado y su equipo serían ya cadáveres políticos y el PP estaría en una tesitura muy delicada.

Díaz Ayuso supo dar el paso adelante cuando hubo que darlo, a pesar del despiste incomprensible de su consejera de Presidencia, María Eugenia Carballedo, que estuvo a punto de estropearlo todo. Si estuviese en el pellejo de mi estimado Teodoro García Egea, en el despacho pondría un monumento a la presidenta madrileña, porque le ha permitido seguir con su importante trabajo en la planta noble genovesa.

Es evidente: las urnas de Madrid han confirmado los pasos hacia una refundación del centro-derecha. La aparatosa caída del voto en la izquierda, con un trasvase de votos del PSOE al PP es otro dato relevante que habría que analizar con calma de cara al futuro. En Génova deberían mirar la forma de cimentar ese trasvase antes de que la borrachera del “efecto Ayuso” vaya pasándose.

La reagrupación

También el voto de Vox hubiese podido ir en mayor medida a las arcas de Ayuso, pero quien diseñó la presencia y mensajes de Casado durante la campaña erró el tiro una vez más. El líder del PP tiene que revisar pronto su equipo de asesores, que demasiadas veces le llevan a fallar en el momento decisivo de las carreras electorales.

Es difícil recordar un vuelco electoral parecido al que los ciudadanos le dieron al tablero el 4 de mayo. ¡Como para que no haya euforia en el cuartel general de la gaviota, pese a que algunos ahora digan que es un charrán!

ESdiario publicó la primera encuesta nacional que impulsaba a Casado, de celebrarse en estos momentos unas generales, a alcanzar la mayoría absoluta contando con Vox y Navarra Suma. Ahora bien, no solo hay que festejar las tendencias demoscópicas, sino consolidarlas en el tiempo.

El 4-M, sin duda, ha acelerado la reagrupación del centro-derecha. Una buena noticia. Además, la izquierda se divide aún más, en otro paso que demuestra su desconcierto: a PSOE y Podemos les crece el Más País de Íñigo Errejón.

Pero, el “botón nuclear” lo tiene Sánchez. Y el presidente del Gobierno sitúa ya el final de su mandato en enero de 2024. Ese es su plan. Y lo defiende “con más firmeza que nunca”, sostienen desde su entorno.

El líder del PSOE no quiere dejar pasar la oportunidad de ejercer la presidencia rotatoria de la UE en el segundo semestre de 2023. Es un momento, según los suyos, “trascendental” para rearmarse.