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Los planes de Sánchez para las nuevas ministras más allá del Gobierno

El reciente cambio de caras no puede entenderse si no es en perspectiva electoral. Así lo interpretan buena parte de los observadores socialistas en cuanto hablas con ellos.

Pedro Sánchez en un acto este lunes.

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A Felipe González le gustaba decir que “se gana desde Ferraz, pero se gobierna desde La Moncloa”. Manuel Mostaza nos recordó este lunes, desde las páginas de El Mundo, esta máxima del ex presidente socialista.

Bastaría observar la debacle del PSOE en Madrid el 4-M, con sus alcaldes desactivados porque no entendían que se quisiese pilotar la campaña desde el palacio presidencial, para darse cuenta de lo bien traída que está esa reflexión para describir el estado actual del partido del puño y la rosa.

Mostaza, además de eminente politólogo, es un analista de esos que jamás deberían dejar de escuchar los políticos. Sean del signo que sean. Tampoco los periodistas, que tantas veces somos como el camarón al que se lleva la corriente.

Sánchez sabe que la política consiste en llegar al poder y mantenerlo

Pues bien, Pedro Sánchez parece haber tomado buena nota de la advertencia de su antecesor. Es innegable que el líder del PSOE nunca ha perdido de vista que la política consiste, sobre todo, en llegar al poder y mantenerlo. Pero también es verdad que ha confiado demasiado en sus posibilidades personales -agrandadas por los medios afines y allegados y vendidas a través del marketing-, olvidando el partido como efectiva correa de transmisión con los ciudadanos.

Con los fondos europeos en la mano y con la campaña de vacunación dejando ver a los españoles el final del túnel de la pandemia, el mandatario socialista vuelve su mirada hacia Ferraz para afrontar una larga carrera electoral que desearía culminar en el segundo semestre de 2023, tras haber disfrutado en la segunda parte del año de la presidencia de turno de la Unión Europea.

Ximo Puig y Juanma Moreno.

En el calendario de elecciones previsto, salvo que Cataluña lo “rompa” o que Ximo Puig (quien mira de reojo en el sur para actuar al alimón) anticipe los comicios, están marcados en rojo el otoño de 2022 en Andalucía y mayo de 2023 para las municipales y autonómicas. A partir de ahí, ya queda en manos de Sánchez decidir qué domingo prefiere para que los españoles decidamos quién va dormir en La Moncloa.

En fin, aunque parezca que queda mucho tiempo, la realidad es bien distinta. Todo está servido ya. Así que -lo sabe bien Sánchez- al PSOE y a los demás partidos les toca ponerse en modo campaña nada más pasar el verano. Enseguida llega el 40º Congreso Federal de los de Ferraz, que se va a celebrará en octubre en Valencia.

En clave electoral

De momento, el presidente comienza a hacer sus deberes. El reciente cambio de caras no puede entenderse si no es en perspectiva electoral. Así lo interpretan buena parte de los observadores socialistas en cuanto hablas con ellos. Para algunos de los nuevos ministros, el Gobierno es una estación intermedia, porque acabarán recalando en una u otra lista de candidatos.

Lógicamente, algunos nombres suenan más que otros. Como Pilar Alegría, que estaría llamada a suplir a Javier Lambán en Aragón en las autonómicas de 2023. O Pilar Llop, que sería la elegida por Sánchez para enfrentarse a Isabel Díaz Ayuso en la Comunidad de Madrid, una vez decidido que Margarita Robles o Fernando Grande-Marlaska compitan con José Luis Martínez Almeida por el Ayuntamiento.

Con más largo recorrido se ven los nombramientos de Isabel Rodríguez, llamada en su día a suceder a Emiliano García-Page en Castilla-La Mancha, o Diana Morant, la alternativa, “cuando toque”, para sustituir a Ximo Puig en la Comunidad Valenciana.