La oscura política exterior de Sánchez: Marruecos, Argelia, Arabia y Putin
No solo la política a nivel nacional del líder socialista para mantenerse en Moncloa tiene su oscurantismo. Las relaciones con otros países también ponen a Sánchez en el punto de mira.
La exclusiva que publicamos este lunes en ESdiario pone de manifiesto una vez más la extraña, errática y oscura política exterior de Pedro Sánchez. El fondo soberano de Arabia Saudí que ha entrado como principal accionista de Telefónica es un socio estratégico de Putin, vetado en teoría en toda la Unión Europea. Hasta 10.000 millones de euros tiene ese fondo de Arabia invertidos en intereses Rusos.
Se puede afirmar que una compañía estratégica para nuestro país como es Telefónica está dominada por un socio de Putin. Sólo caben dos interpretaciones. La más benévola es que Sánchez es un incompetente que no ha sabido ver ni oler ni intuir lo que se estaba tramando. Puede ser, con este Gobierno todo puede ser, pero resulta difícil creerlo. La otra posibilidad es que Sánchez lo supiera y haya mirado para otro lado para hacerse luego el sorprendido.
Exterior de la sede de Telefónica, en Madrid.
Esta segunda hipótesis es factible además porque resulta muy sospechoso que el 4 de julio pasado el Gobierno aprobara un Real Decreto sobre inversiones extranjeras en España que eliminó el veto que el propio Ejecutivo podía poner a casos como el de la entrada de Arabia Saudí en el accionariado de Telefónica. Demasiada casualidad. De momento no vamos a saber la verdad de este extraño episodio, uno más en la política internacional de Pedro Sánchez. Se suma al poco entendible y nada explicado volantazo en el conflicto del Sáhara, cambiando unilateral y sorpresivamente la postura tradicional de España a favor de las tesis de Marruecos.
Ese oscuro episodio no nos ha traído beneficios aparentes con Marruecos y sí un serio problema con Argelia, nuestro principal proveedor de gas hasta entonces. Es lo que se llama hacer un pan como unas tortas. La ausencia de explicaciones por parte del Gobierno ha hecho que las rumorología ocupe ese vacío.
Ese episodio sumado ahora al de Arabia y Telefónica, con Putin entre bambalinas, convierten la sospecha en algo casi obligado. Sánchez no es de fiar, en general. Tampoco en política exterior.