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Moncloa ordena pisar al máximo el acelerador: más madera… ¡son las urnas!

Aunque de puertas afuera no le haya salido como pretendía su campaña por liderar el reconocimiento del Estado Palestino, a nivel interno, a Sánchez le ha funcionado como impulso electoral.

Pedro Sánchez, este miércoles en el Congreso.

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Si algo ha quedado claro en estos días de vino y rosas en las relaciones diplomáticas, la política exterior y las comparecencias parlamentarias es que vivimos bajo la influencia de un estado electoral y que, cada paso que dan Gobierno y oposición está marcado por el cálculo electoralista.

Pero en ese terreno, el más osado, sin duda, es el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Y lo que a algunos les parece en sus orígenes una “estrategia suicida”, acaba dándole sus frutos, según se recoge en los últimos sondeos electorales.

Hace apenas un mes y medio, los más reputados analistas demoscópicos del país aseguraban que el PP aventajaba entre 10-12 puntos al PSOE y que, con esos datos y la tendencia que marcaban, los populares iban a dar un auténtico baño a un PSOE que tendría que replantearse el seguir gobernando España, tras recibir una soberana paliza en las elecciones europeas, que se celebran en todo el país y pueden ser tomadas como termómetro de ánimos y apoyos con los que cuentan unos y otros.

Esos mismos analistas que apostaban doble contra sencillo por la paliza electoral del PP al PSOE hoy, en cambio, aseguran que las distancias se han recortado hasta los 3-4 puntos, con el PP igualmente en cabeza, pero sin posibilidades de apoyarse en esa victoria para sostener la tesis de que Sánchez debe irse por el “clamor popular”.

¿Qué ha ocurrido desde entonces hasta ahora?, se preguntarán quienes no den crédito a tan gran cambio en tan poco espacio de tiempo. Ha ocurrido que Sánchez se ha puesto en modo electoral, que llevaba ya un tiempo preparando el terreno para aterrizar esta semana en una comparecencia parlamentaria que ha sido el gran preludio de la campaña para las elecciones europeas.

Sánchez, este miércoles en la sesión de control tras el pleno sobre Begoña y Palestina.

Primero fue su anuncio, su tiempo de meditación, advirtiendo de su posible salida del Gobierno, algo que a golpe de llantina en las redes, en los medios y hasta en las puertas de la sede socialista de Ferraz, “acongojó” a buena parte de dirigentes socialistas, así como a otra buena parte de sus votantes, convencidos de tener que integrarse en una misión justiciera, por el honor de un presidente enamorado y de su esposa calumniada...

La Unidad de Discurso y Mensaje del Palacio de la Moncloa no descansa, generando argumentos y frases pensadas precisamente para motivar, para tocar los resortes de una izquierda dormida o entretenida en otros caladeros, como el de Sumar, que va menguando cada día

Pese a las discusiones entre haters, críticos y adoradores del sanchismo, hay que reconocer que eso funcionó, que marcó la campaña electoral en Cataluña y que Salvador Illa se llevó a su saca buena parte de los votos de la izquierda, acongojada por la posible llegada, una vez más, de PP y Vox. En sus carnes lo sufrieron tanto ERC, como los Comunes, que tuvieron una merma importante de sus votos.

Pero ese es su dilema; apoyar a Sánchez los hace poderosos, pero al tiempo, les resta votos, porque su parroquia se le pasa al socialismo en cuanto Sánchez toca dos o tres resortes viscerales/electorales.

El Estado Palestino

Y está demostrando que sabe hacerlo. Aunque de puertas afuera las cosas no le hayan salido como pretendía en su campaña por liderar el reconocimiento del Estado Palestino por parte de los países europeos, a nivel interno, le ha funcionado como impulso electoral, dentro de la izquierda.

Hasta ahora, los planes de Sánchez han dado su fruto electoral, según las encuestas, pero ahora viene el más polémico: la aprobación de la Ley de Amnistía, que tiene todas las papeletas para ser paralizada por los tribunales europeos.

Tampoco le va nada mal, electoralmente hablando, la escalada de exabruptos con el presidente argentino, considerado un orangután de ultraderecha, para buena parte de la izquierda, que se alinea con Sánchez, frente a Milei, Vox y al PP, por pactar con los de Santiago Abascal.

Parece que lo de menos son las relaciones diplomáticas España-Argentina, que están ahora mismo achicharradas, tras el sorprendente movimiento de un diplomático de carrera como es el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, sabedor de que si retiras a un embajador es el país de donde lo retiraste de quien dependerá que vuelva a tener credenciales en el futuro. Y a España le interesa tenerlas.

Sánchez ya tiene enfilada a Yolanda Díaz

La Unidad de Discurso y Mensaje del Palacio de la Moncloa no descansa, generando argumentos y frases pensadas precisamente para motivar, para tocar los resortes de una izquierda dormida o entretenida en otros caladeros, como el de Sumar, que va menguando cada día, hasta el punto que se ven en la necesidad de “hacerse notar” echando por tierra los Proyectos de Ley que presenta el Gobierno del cual forman parte.

La baza de la concertación no está siendo suficiente para una Yolanda Díaz a la que el presidente enfiló desde el mismo momento en que le mostró su debilidad, al ser incapaz de frenar a los Comunes, en su veto a los presupuestos de Cataluña.

Sánchez se ha puesto en modo electoral, que llevaba ya un tiempo preparando el terreno para aterrizar esta semana en una comparecencia parlamentaria que ha sido el gran preludio de la campaña para las elecciones europeas.

Hasta ahora, los planes de Sánchez han dado su fruto electoral, según las encuestas, pero ahora viene el más polémico: la aprobación de la Ley de Amnistía, que tiene todas las papeletas para ser paralizada por los tribunales europeos. La pregunta es si será capaz de rentabilizar electoralmente también este episodio más allá de Cataluña y el País Vasco. Por si las moscas, hace tiempo que dejé de apostar…

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