Óscar Puente encuentra a su siamés en el Secretario de Estado de Sanidad

Dios los cría y ellos se juntan. Aunque sea en diferentes cargos de diferentes ministerios, pero del mismo Gobierno. E, ya tiene su siamés. Lo ha encontrado en el Secretario de Estado de Sanidad, Javier Padilla, quien ha arremetido con virulencia contra un usuario de la red social X (antes Twitter) por osar criticarle.

Javier Padilla, médico interno residente en Castilleja de la Cuesta (Sevilla) antes de que la política le rescatara de las consultas ambulatorias, decidió disfrazarse del Ministro de Transportes para intentar ridiculizar a un usuario que criticó su labor como Secretario de Estado de Sanidad, algo que consiguió gracias a que entró en política primero a través de En Comú-Podem y luego, es obvio, de Más Madrid, donde se arrimó al árbol que más cobijaba.

El usuario, verificado y que actúa bajo el nombre de Clonazepam, arremetió contra Sanidad por preocuparse tanto de la metedura de pata del futbolista Marcos Llorente con la exposición al sol para recodar una de las perlas de Ángela Rodríguez 'Pam', cuando pidió más "gordos" como diputados, añadiendo que la obesidad mata a más personas y es más dañina que el sol. En ese posteo, Clonazepam cometió la torpeza de mencionar a Padilla.

Y Padilla debió ver el posteo cuando andaba de mal café. Porque acusó a ese usuario de "masturbarse" haciendo un asqueroso juego de palabras habitual en esa red social: mancharse las manos de Risketos es algo que se le dice a lo que coloquialmente se conoce como "pajillero", que no tiene que ser exclusivamente un personaje habilidoso en las artes autoamatorias sino en las personas que se pasan el día delante del ordenador y, por tanto, no disfrutan de una vida sexual activa.

Además, Padilla insultó al usuario al calificarle de "misógino" cualquiera sabe por qué razón. En cualquier caso, dos referencias de extremo mal gusto por parte de un Secretario de Estado que representa a todos los españoles, hasta a los que no le votan, y al que se le debe exigir una ejemplaridad que, por lo que se ve, no tiene el menor interés en cumplir.