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Unidos o sin Gobierno

No es que Casado no represente a la derecha: es que no representa a la misma derecha que Abascal. Y está bien así. Si nos dividimos el bosque, juntos podremos maximizar las setas recogidas.

Díaz Ayuso a su llegada al Comité Ejecutivo Nacional del PP.

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Hoy es un día dulce para muchos y uno muy contradictorio para otros tantos. Twitter arde, por un lado, despidiendo a Iglesias: unos lo hacen con tristeza y nostalgia, otros con alegría y esperanza, y, por otro lado, recordándole a Pablo Casado que el triunfo no ha sido suyo, sino de Ayuso. Como si la decisión de poner a Ayuso en Madrid y apoyar su determinación de convocar elecciones nada tuviera que ver con Pablo Casado.

La política es compleja. Es inevitable que la victoria o la derrota de los candidatos afecte también a los partidos y a sus líderes. Y, sin embargo, más allá de quién tiene la barba más larga si Casado o Abascal me quedo con una lección y una reflexión bien diferentes.

Veréis, este martes estuve de apoderada del Partido Popular en el colegio mostoleño de León Felipe, que se tiñó de azul tras muchos años de consecutivas victorias socialistas. Y, salvo algún que otro gruñón del Progreso, los apoderados de todos los partidos nos llevamos de maravilla y nos lo pasamos de maravilla. Pero especialmente bien nos entendimos los apoderados de Vox y los del PP.

Nos vigilamos las actas para que ninguno se quedara sin llevarse una a su respectiva sede, nos ayudamos en los recuentos, nos sonreímos todo el día de forma sincera y nos sacamos fotos de recuerdo de esa gran jornada electoral.

Tanto el PP como Vox están para quedarse

Es cierto que muchos de los que este martes votaron a Ayuso son votantes convencidos de Vox que volverán a votar a su partido en las generales. Pero también es cierto que tanto Vox como el PP están para quedarse.

Ni el Partido Popular va a desaparecer del panorama político español, ni tampoco lo hará Vox. Al igual que es cierto que ambos son necesarios para echar a Sánchez del Gobierno. Porque empezamos despidiendo a Iglesias con el objetivo de terminar despidiendo a Sánchez.

Ya tenemos mucho conseguido: el denominador común del odio, la crispación y la discordia políticas está hoy fuera de las instituciones por mandato popular y decisión propia a partes iguales. Olvidarnos ahora de que el objetivo es dejar en la misma posición a Pedro Sánchez podría costarnos el Gobierno y el futuro de todo un país.

Nosotros ayer no éramos suficientes como para tener apoderados de ambos partidos en todas las mesas, así que nos las repartimos y a unas fueron los compañeros de Vox y de otras nos encargamos los del PP. Eso mismo es exactamente lo que tenemos que hacer con el electorado. No es que Pablo Casado no represente a la derecha: es que no representa a la misma derecha que Santiago Abascal. Y está bien así. Porque, otro ejemplo práctico: si nos dividimos el bosque, juntos podremos maximizar el número de setas recogidas y minimizar el tiempo que gastemos en todo el proceso.

Trabajar codo con codo o quedarnos sin Gobierno. Entendernos y respetarnos o ayudar a Sánchez a seguir arruinándonos. En definitiva: o nos dividimos el bosque o nos quedamos sin setas.

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