Nepotismo en Castellana 17: Álvaro García y Dolores Delgado, favores mutuos
Por lo visto el nepotismo que regía la política española de finales del siglo XIX y principios del XX se ha reencarnado en el Fiscal General, que reparte sillones a placer.
En Madrid podemos encontrarnos en el Paseo de la castellana número 17 el que fue palacio mandado construir por Don Francisco de Cubas y González Montes con título de Marqués de Cubas, arquitecto y político de finales del siglo XIX. Actualmente es la sede de la Fiscalía General del Estado, donde pasea por los antiguos salones de baile su actual titular don Álvaro García y Ortiz.
Sede de la Fiscalía General del Estado.
Por lo visto el nepotismo que regía la política española de finales del siglo XIX y principios del XX, fecha en que se construyó el edificio palaciego, ha encontrado un perfecto caldo de cultivo en la persona de don Álvaro García y Ortiz. Estoy convencido que durante sus paseos por los jardines
y sus reflexiones en los salones, nuestro excelentísimo Fiscal General habrá escuchado las voces de aquellos que conspiraban para colocar a sus amigos en los sillones de la corte de la época.
El nepotismo ha vuelto exactamente como era hace cien años: "Tú dame un cargo que yo cuando pueda te devolveré el favor". Así se actuaba en el Madrid decimonónico y así ha actuado don Álvaro con el nombramiento de su antecesora en el cargo, doña Dolores Delgado, que como si se tratara de una crónica de la época, va a ocupar un cargo de Fiscal de Memoria Democrática, de reciente creación, en el Palacio de las Salesas, actual sede del Tribunal Supremo.
El fiscal General del Estado, Álvaro García Ortiz y la exfiscal general del Estado y nueva fiscal de Memoria Democrática, Dolores Delgado.
A la nueva casta del 'sanchismo' el caminar por alfombras palaciegas les parece lo natural y que es algo inherente a su estatus, sobre todo si son cargos que pueden disfrutar a perpetuidad, como la clase nobiliaria a cuyas reglas de conducta tan pronto se han acomodado, tras disfrutar de sus antiguos palacios y mansiones.
De nada ha servido que los miembros del consejo fiscal, elegidos democráticamente por la carrera fiscal, hayan protestado por los métodos dictatoriales de Don Álvaro. Tampoco que se hayan negado a participar en el acto de nombramiento digital, o que se hayan dado de baja de la asociación de fiscales, de donde procede el actual inquilino del palacio. Históricos fiscales que se han muerto de vergüenza ante semejante acto de nepotismo, porque a Don Álvaro le aburre dar cuentas a la democracia de la carrera fiscal, como le ocurría a la nobleza más rancia.
Sin duda a su excelencia el detalle de que ha propuesto al gobierno sanchista el nombramiento de su ahijada como Fiscal de Sala del tribunal Supremo encargada de Memoria democrática y Derechos humanos y que su pareja sea Baltasar Garzón cuyo despacho se dedique a hacer negocios con asuntos de esta naturaleza , le parecerá una cuestión menor, a pesar de que las asociaciones fiscales han denunciado que hay causa de nulidad por la existencia de riesgo claro de incompatibilidad por intereses económicos.
Pero claro hay que pagar los favores y Don Álvaro es buen pagador como se ha podido comprobar al intentar ayudar al 'sanchismo' al ordenar a sus fiscales que recurrieran las revisiones de las condenas a violadores y pederastas beneficiados por la . Una posición que ha sido rechazada por la sala segunda del Tribunal Supremo por ir contra el principio constitucional de la tutela judicial efectiva y la retroactividad de las leyes penales que favorezcan a los reos, detalle que fue obviado por Don Álvaro.
La casta es la casta, y esta nueva aristocracia sanchista, que se ayuda mutuamente favoreciéndose en los nombramientos y prebendas, es la que está llegando a su fin, por desgracia aún veremos otros episodios dignos de los episodios nacionales de Benito Pérez Galdós de auxilio mutuo y sobre todo de nombramientos hechos con difícil reversión.
Pero en los viejos muros del palacio del Marqués de Cubas, sede de Don Álvaro, las sombras que la habitan saben, por experiencia, que no hay casta que cien años dure y a la sanchista le quedan escasas semanas.