Subasta populista en campaña: los votantes no somos tan tontos
Las promesas para el autobombo se les caen de los bolsillos como si nada pasara. Yolanda Díaz es el mejor ejemplo y ahora Sánchez se sube al carro, otra vez, del populismo barato.
Las campañas electorales son siempre dadas a excesos verbales y promesas que quedan luego en el tintero. Eso, que no es correcto, lo tenemos bastante asumido por desgracia los votantes. Sin embargo, en este proceso electoral del 23J estamos asistiendo a una subasta de propuestas a cuál más disparatada por parte de la izquierda, tanto Sumar como el PSOE.
Yolanda Díaz ha querido atraer los focos, preocupada probablemente por su anonimato durante la precampaña. Pedro Sánchez le ha robado buena parte del protagonismo con su hiperactividad mediática, y los pactos del PP y Vox le han arrebatado el resto. Así que nadie hablaba de ella hasta que se sacó de la chistera un conejo en forma de “herencia universal”: 20.000 euros para jóvenes de 18 o 23 años, según el día en que nos los cuenten.
Viendo que al menos así se volvía a hablar de Sumar, ha vuelto a lanzar otro brindis al sol: 200 euros al mes a cada familia por hijo hasta la mayoría de edad. Gasto, gasto y más gasto sin un plan detrás, sin una explicación coherente. Cuando se les pregunta siempre recurren al comodín del “impuesto a las grandes fortunas” que va a pagar todos los excesos del sanchismo y del susanismo, al parecer.
En Moncloa o en Ferraz han debido detectar cómo Yolanda Díaz le estaba arrebatando protagonismo a Sánchez y ha utilizado la misma táctica: anuncio entre pueril y disparatado para atraer la atención del personal y de los medios, muchos de ellos acríticos con nuestro presidente.
Así, con total desparpajo Sánchez nos ha ofrecido la receta mágica para acabar con las listas de espera en Sanidad: prohibirlas por ley. De paso, quizás, podría haber obligado a los enfermos también por ley a curarse de cualquier enfermedad o incluso podría haber prohibido enfermar, ya puestos. La solución del presidente produce risa en un primer momento, pero luego conduce al enfado. Si tan sencillo era acabar con las listas de espera, ¿por qué no ha aprobado esa ley hace cuatro años? Nos hubiéramos ahorrado muchos sudores todos los ciudadanos.
Resulta difícil pensar que haya mucha gente capaz de creerse este tipo de anuncios. Seguro que los más cafeteros de Sumar y el PSOE se lo tragan sin pestañear, pero no deberían minusvalorar así al grueso de los votantes: no somos tan tontos como ellos se creen.