Armengol, carne de banquillo
Francina Armengol es una caja de sorpresas. Su protagonismo es una bomba de relojería. La presidenta del Congreso abrió de par en par la puerta de su despacho en Baleares al conseguidor Koldo García. No merecía menos el “ilustre” visitante: venía de la mano de José Luis Ábalos, hombre para todo entonces del líder del partido y presidente del Gobierno.
La que hoy es tercera autoridad del Estado facilitó el pelotazo a los mangantes, que encima le dieron gato por liebre. Pero, incluso, tras haberse declarado las mascarillas “fake”, retorció el proceso para pagarlas con Fondos Europeos y avaló a la empresa de los estafadores para que pudiesen seguir ganando dinero público con otras administraciones. Solo reclamó el dinero 24h antes de salir del gobierno balear tras perder las elecciones.
¿Por qué protegió la presidenta balear con tanto empeño a la trama corrupta? A Armengol las pruebas la tienen pillada sin escapatoria. Es carne de banquillo judicial.
¿Cómo no está imputada Francina Armengol a estas horas? Por la misma razón que Ábalos, porque es aforada y sólo puede investigarla el Tribunal Supremo. Utiliza el aforamiento como escudo para retrasar la acción de la Justicia. Pero, cuando concluya la instrucción en la Audiencia Nacional, le va caer el espadón de la Ley.
¿Puede este país tener una presidenta del Congreso de los Diputados en esta situación? ¿Será independiente ante las comisiones de investigación parlamentaria que se van a poner en marcha? No lo creo. La higiene democrática, la ejemplaridad que debe presidir a una autoridad del Estado, la obligarían a apartarse sin mayor dilación. Aunque ella ya ha mostrado en demasiadas ocasiones que su progresismo es de quita y pon. A.M.BEAUMONT