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Miguel Rumayor

Posar entre huesos de víctimas: Sánchez va un paso más allá

Desde el 'sanchismo' no dudan en aplicar la victimización y la cultura de la cancelación a todo aquello que no les gusta, no entienden o no comparten. Y la lista no para de crecer.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, visita el laboratorio forense instalado en el Valle de Cuelgamuros.

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El 'sanchismo' ha dejado atrás cualquier atisbo de planteamiento ideológico para actuar aplicando a rajatabla el llamado 'Manual de Resistencia' de su fundador, que posee la habilidad de pasar de ser un soberbio victimario a un humillador de víctimas. Sánchez es capaz de atacar con fiereza totalitaria a sus adversarios usando toda la fuerza del Estado con la Fiscalía, la Agencia Tributaria y Televisión Española, para mostrarse después como injusto objeto de ataques a su persona y su mujer cuando se publica que Begoña se reúne con empresarios e influye en actuaciones gubernamentales para asignar fondos públicos. Así ha instruido a los suyos y, por mimetismo o convicción, lo sigue también toda la izquierda radical.

Aplican la victimización y la cultura de la cancelación a todo aquello que no gusta o no entienden, que son cada vez más cosas. Así ha ocurrido al hacer caso omiso de las 19 acciones judiciales exculpatorias sobre la Comunidad de Madrid en el caso de las residencias durante la pandemia y crear en paralelo un Comité de la Verdad -así, con mayúscula, como si lo presidiera el mismo Jesucristo- formado por zurdos radicales para investigar el supuesto abandono y responsabilidad en la muerte de miles de ancianos en ese tiempo.

Íñigo Errejón llama fachas a los que le hacen canutazos incómodos. La portavoz de Más Madrid en la Asamblea, Manuela Bergerot, se hace la sorda en una rueda de prensa en la Asamblea cuando un periodista negro -aunque de derechas- le cuestiona su coherencia al tapar la basura del Gobierno. Patxi López, actúa como si estuviera en una taberna en Portugalete y encara a otro cuando le pregunta en el Congreso sobre la inclusión de terroristas de ETA en las listas electorales del País Vasco.

Pero quien se lleva la palma de esta reata de victimarios dolientes es un Óscar Puente que, siendo ministro del Reino y después de insultar sin control en las redes a todo hijo de vecino, medios de comunicación y amenazar a periodistas, con corrupto orgullo le explica a Carlos Alsina que está dedicando fondos públicos del Ministerio de Trasporte para hacer una lista y señalar a aquellos medios y comunicadores que le llaman gorila o zoquete.

Uno no sabe hasta dónde llegará todo este planteamiento de agresores ofendidos cuando ve al presidente con el traje del “amigo en Balay” haciendo pucheros entre tibias de muertos de la Guerra Civil. Por cierto, la mayoría de esos huesos, según parece, eran de personas del bando nacional. Miguel Rumayor es diputado del Partido Popular en la Asamblea de Madrid

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