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Los caprichos de Sánchez que hacen sudar sangre a don Felipe

Pedro Sánchez y Felipe VI, en el Palacio de la Zarzuela.

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¿Ha viajado el Rey a los países bálticos sin conocimiento de La Moncloa? Cuesta trabajo pensar que algo así ocurra de verdad, pero la ausencia de “ministro de compañía” durante el viaje -resuelto deprisa y corriendo, cuando don Felipe ya volaba hacia Estonia, haciendo cambiar la agenda de la ministra de Defensa, Margarita Robles, para que se sume el martes a la visita a las tropas en Letonia en la última etapa del periplo real- invita a pensar que entre Presidencia y la Jefatura del Estado ha habido un encontronazo serio.

Como mínimo, desde luego, el protocolo ha fallado. Aunque vistos los reiterados desplantes que este Gobierno hace a la Corona, tampoco puede descartarse que haya sido un nuevo desplante gubernamental, más ante una visita a nuestros abnegados militares desplegados fuera de España, que tanta urticaria producen a los aliados 'sanchistas'.

Los celos de Pedro Sánchez por la popularidad del monarca no hacen más que crecer. Felipe de Borbón vive continuamente expuesto a los caprichos de un presidente tan ensoberbecido que considera el país y sus instituciones su coto. Baste ver lo ocurrido en el décimo aniversario de la coronación del Rey, cuando don Felipe debió “tragar” con la imposición monclovita de no invitar a Alberto Núñez Feijóo bajo ningún concepto.

Ni como ex presidente autonómico ni como jefe de la oposición. El líder del PP fue tachado con una u otra excusa de la lista de personas importantes del Estado. Allí, en Palacio, estuvieron sentados personajes como, por ejemplo, Baltasar Garzón y Dolores Delgado, que agradan más al poder oficial. Sin embargo Feijóo se quedó sin asiento y, además, respetuoso, para no complicar a la Monarquía, ni rechistó. A.M.BEAUMONT

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