Lo primero que debe saber es que el cerebro necesita energía, cuando se reduce la ingesta calórica, el cerebro recibe menos glucosa. Esto puede provocar que aparezca cansancio, irritabilidad y dificultad para concentrarse. Además el cerebro interpreta la restricción calórica como una señal de escasez y activa mecanismos de supervivencia que aumentan el apetito y la ansiedad por la comida para compensar.